martes, 29 de julio de 2014

No como quien sirve a hombres, sino como esclavos de Cristo.


En la primera lectura de Jeremías, encontramos cantidad de lamentos e interrogantes. Que nos ponen a pensar porque le ocurre tanto daño al pueblo escogido? Solo encontramos que la cusa principal es por la falta de lealtad a Dios, sacaban a Dios y quedaban desprotegidos. Sin embargo nuevamente el pueblo elegido, era levantado de la calamidad, por la bondad de Dios y pasado un tiempo volvían a poner su interés en otros dioses. La esperanza no estaba en Dios, no reconocían ni se disponían para recibir el amor de Dios que es para todos y por todos los tiempos. Nos ocurre hoy igual, nuestro afán no permite vivir la esperanza segura de la bondad de Dios, confiamos más bien en nuestras propias fuerzas y para peor de los males llegamos a creer mas en personas y en lo material, que a Dios quien nos ama y que quiere lo mejor para nosotros. De esta manera por nuestra propia decisión y por ignorancia nos volvemos cizaña propicia que el maligno está dispuesto a plantar en el campo de la viña del Señor.

Tiempo – impaciencia, Amor - esperanza. Los procesos requieren tiempo. nos puede invadir las preocupaciones, nos cansamos y renunciamos. Deberíamos vivir confiados en el poder y la autoridad de Dios y gozar de la esperanza y de su gran amor, para vivir en la divina voluntad de Dios nuestro creador. Como nos dice san Pablo: “llevamos este tesoro en vasos de barro, para que esta fuerza soberana se vea como obra de Dios y no nuestra. (2 Co.4,7) La prisa se apodera de nosotros la llevamos a flor de piel para tratar de ser dioses sin Dios; en vez de la decisión para convertirnos, para cambiar nuestra manera de pensar para cambiar nuestra manera de vivir.

La salvación que ofrece nuestro Padre por la persona de Cristo quien venció la muerte por el pecado, es para todos. El seguir a Jesús con esperanza y por amor, es garantía de salvación. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Jn.14,6). Pero por supuesto, el caminar en pos de Cristo conlleva, conversión, esfuerzo y lucha, porque quiere que nos dejemos librar de la muerte, es mejor cargar nuestra cruz siguiendo al Maestro en vez de sufrir la muerte. Ya el Señor extendió voluntariamente sus brazos sobre el madero de la salvación, para que tuviéramos por Él, resurrección y vida.


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