miércoles, 16 de julio de 2014

El Señor no rechaza a su pueblo.


Hoy nuestro Señor Jesús entona un canto de alabanza y acción de gracias a su Padre, que se revela a quienes tienen en su corazón humildad. Los que son capaces de practicar la justicia sin falsedad, basada en el amor fraterno. Capaces de abandonar las conductas arrogantes para procurarse escalones de poder, de tener y de fama. Capaces de abandonar las conductas agresivas generadoras de violencia. Capaces de mantener un comportamiento comunitario razonable, como relación interpersonal y social con respeto. De esta manera el hombre se hace merecedor de la sabiduría donada que lo va formando y capacitando para una vida mejor, para una convivencia de hermandad, es decir se va adaptando para la vida junto a Dios.

“Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.» No se trata de pensar que Dios quiera discriminar, sino que la soberbia heredada de Lucifer, aparta al hombre de Dios, lo incapacita para vivir conforme a la voluntad de Dios. Y esta se manifiesta cuando confiamos en una seguridad excesiva en sí mismo, la pretensión de salvarse por las propias fuerzas, confiando en la riqueza, el poder o la fama, todo esto genera ceguera espiritual para entender y aceptar las verdades esenciales y eternas. Nos incapacita para comprender y confiar en el poder y la autoridad de Dios. Nos creemos dueños de todo, cuando todo es de Dios. Nos incapacita para conocerle, amarle y servirle.

Se trata de la humildad como virtud sólo delante de Dios. Sólo con Cristo la humildad adquiere su verdadero significado: “Era rico y se hizo pobre por nosotros para que nos hiciéramos ricos por medio de su pobreza” (2 Cor 8, 9). Para mejor entendimiento dice san Pablo: “Tened los mismos sentimientos de Cristo Jesús, el cual siendo de naturaleza divina, no se ensoberbeció con su igualdad respecto a Dios, sino que se despojó de sí mismo y asumió la condición de siervo, llegando a ser igual a los hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz, por eso Dios lo exaltó sobre todo nombre.... (Ef, 2, 5-8).

Hoy día se esta generado una anti-fe de milagreros, por todas partes aparecen servidores del maligno que embaucan a las gentes con manifestaciones curativas, con actos que afecta la parte sicológica de las personas llevándolas a creer que provienen de Dios, cuando en verdad son acciones del maligno que engaña, que miente, que utiliza el poder que Dios le dio para matar las almas y la gente por ignorancia llega a creer y a separarse de la fuente de la verdad, del camino de salvación, de la verdad, de la luz. Y esto se debe a la ignorancia y también la falta de testimonio de nosotros los que pertenecemos a la gran familia universal de Cristo.


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