martes, 15 de julio de 2014

Dios ha fundado su ciudad para siempre.


En la primera lectura al final del texto nos dice, “si no creéis, no subsistiréis”, afirman que la salvación del ser humano depende sólo de Dios. Esto parece de difícil comprensión, cuando hay situaciones tan extremas que parecen conducir sólo o a la muerte, o que para sobrevivir, exigen renunciar a la fidelidad y a la coherencia personal, a la honestidad (...) En esas circunstancias parece que nos ahogamos y hasta podemos perder la fe con tal de ganar una porción de vida (de bienestar, de seguridad, etc.) a cambio de vender el alma y la dignidad, renunciando a nuestras convicciones profundas.

Sabiendo el gran amor que el Señor siente por sus hijos, debe ser muy grande el dolor que siente al ver que las almas se pierden, al saber que somos desobedientes, al saber que es tanto lo que hace por cada uno de nosotros y no correspondemos a esa bondad divina; es, entre otras, consecuencia de nuestro desagradecimiento, de nuestra falta de lealtad; resulta más atractivo lo novedoso aunque sea efímero. La reprimenda la tenemos bien ganada, Dios es misericordioso, pero es que estamos poniendo en juego el alma, que es lo más valioso para Dios. No hay excusa, no hay inmunidad cuando uno es reprendido por la mismísima Verdad, merece nuestra humildad y responsabilidad para atender el llamado a la conversión.

En el mismo contexto quiere y espera el Señor de nosotros que seamos sus testigos sin rodeos ni omisiones, para ello debemos luchar contra nuestros respetos humanos y poner a nuestros amigos frente a las verdades eternas, (los novísimos) la muerte y el juicio, donde veremos toda nuestra vida como en una película y el alma se encuentra con su próximo destino. "Mira al fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel Juez justísimo, al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que juzgará justísimamente. ¡Oh ignorante y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus maldades?". (San Alfonso María de Ligorio)

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