sábado, 26 de julio de 2014

Dejen que crezcan juntos cizaña y trigo


Hoy, Dios por boca de Jeremías, nos hace ver que nuestro comportamiento cotidiano carece de sentido como correspondería frente a las cosas de Dios. Nuestra vida espiritual carece de autenticidad, nuestro culto a Dios contiene sentimiento hipócrita y de momento. “llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” (Jn. 4, 23). Mientras que la mayoría del tiempo lo empeñamos a otros dioses, como son: El poseer (cf.Lc. 12,15) “No son sus posesiones las que le dan la vida”. A la avaricia se le quiere justificar con el consumismo, moda, ocio, vanidad, comodidades desmedidas, odios, venganzas, placeres, (…). Son contaminantes que esclavizan, que impiden la perfecta coherencia con Dios, que relativizan y nos vuelve insensatos, incapaces de practicar la justicia y la paz.

En el pasaje del Evangelio, se nos habla de la maleza en medio del cultivo productivo y servicial. Dios sabe de nuestras limitaciones, sabe que no somos capaces, por nuestras propias fuerzas, de erradicar la cizaña del pecado. Su respuesta nos anima a ser valientes para lograr una madurez en la fe, para alcanzar una coherencia definida y decidida de nuestra amistad con Dios.

La cizaña simboliza todo lo que se opone al Reinado de Dios en nuestras vidas. El Señor (escribe recto en renglones torcidos) de allí donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia, Dios no quiere la muerte del pecador, quiere es, que se arrepienta y viva para servir. Cuando germine el trigo la realidad será evidente, manifestada en el fruto.

En la concepción del evangelio, permite distinguir lo bueno de lo malo y la hegemonía de lo uno sobre lo otro. Pero cuidado de juzgar, esto es solo de la incumbencia de Dios, cuando solo Él sabe la intención y la rectitud de corazón. Pues es, también, una de nuestras malas costumbres, rechazamos al pecador, lo juzgamos y lo condenamos. Sin darnos cuenta que el poder y la misericordia de Dios es universal y eterna. El rechazo es una de las peores lacras que manifiesta nuestra sociedad contemporánea, debido a ignorancia, a causa de la falta docilidad al Espíritu Santo. Si estuviéramos dispuestos a la acción de Dios Espíritu Santo, cambiaría la situación de la parábola, no habría semilla de cizaña para plantar.

Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.» La parábola contiene, además, un sentido profético; es lo que acontecerá al final de los tiempos.


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