sábado, 19 de julio de 2014

Codician los campos y se apoderan de las casas


“Los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.” Aquellos convencidos de estar por encima de la ley y de ser sus verdaderos interpretes. Resultan siendo unos ilusos, cuando el único poseedor de la verdad plena es Dios. Al saber el Señor sobre sus componendas, quedaron destemplados. No hace un cuestionamiento acerca de la calidad de testimonio que daban y su coherencia como miembros del pueblo elegido, el Señor los deja. No se trataba de una lucha porque Jesús vino fue a traer la paz, a dar ejemplo de amor y el no a la guerra ni la violencia.

Vino para implantar el derecho Jesús evita la confrontación y continúa anunciando e implantando esa ley nueva (el derecho y la esperanza de las naciones) que porta en su corazón, continúa curando, perdonando, anunciando, restableciendo, (…) Jesús es testimonio de de vida. Ante las realidades enfermas y moribundas, Jesús ni quiebra la caña cascada, ni apaga el pábilo vacilante, sino que endereza y reaviva.

Esta compostura de muerte existe desde cuando el maligno engaño por primera vez, cuando convenció con mentiras; así es como hoy vivimos en gran medida la cultura de muerte en sus diversas manifestaciones. El ser humano atraído por el poseer y la fama a cualquier precio, ha generado en nuestro mundo contemporáneo la exclusión, el utilitarismo y el deterioro humano; donde solo se le da valor a las pertenencias o capacidades, cuestiones que coadyuvan a la injusticia y hasta la violencia; y no se mueve un ápice por la dignidad de la persona humana. El mundo de los que viven este tipo de cultura, como si fuera poco, minan por todas partes ataques contra la fe y la Iglesia católica; porque saben que es élla la que se opone a la cultura de muerte y le apuesta a la vida, a la dignidad del género humano, a la presencia del resucitado como cabeza, pastor y sacerdote eterno, movidos por el Espiritu Santo.

La misión del discípulo de Jesús es levantar al que esta caído y dar fuerza a quienes lo necesitan y se encuentran en dificultad, como coherencia cristiana. No limitar nuestra acción a la simple administración o conservación, sino ir a todos y que somos todos necesitados de Dios, a “conocer la cultura” como nos dice el Papa Francisco. Conocer las luces y sombras de las personas, para llevarles la alegría del Evangelio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario