jueves, 10 de julio de 2014

Gratuitamente deben dar


Con las palabras de Oseas, Dios repasa la historia de amor a su pueblo, “correspondida” con infidelidad reiterada. “Se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera... que soy Dios y no hombre”. Como bien dice el Señor, no es la lógica razonable de los hombres que llevaría al abandono o a la venganza del que ha sido infiel. El amor de Dios sobrepasa nuestras pobres concepciones, pues sale en búsqueda de aquél a quien ama, para salvarle. Cuando alguien es capaz de amar al otro no porque sea bueno, sino porque es hijo/a de Dios, eso tiene mucho parecido a la manifestación de Dios amor. Sin embargo seguimos apegados al egoísmo disfrazado de razonabilidad.

Hoy encontramos en el evangelio las implicaciones del anuncio del reino de Dios, nuestro Señor Jesús nos envía a proclamarlo y agrega, “curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón

La misión contiene una profunda reflexión, condición, aceptación y compromiso sobre el Reinado de Dios, que aunque somo inútiles, recibamos la gracia discipular para prestarle a Dios nuestra parte física y es Dios quien interviene en la sanación de enfermedades, libertad de muerte por el pecado y de demonios. Con el mismo sentimiento como lo hiciera el mismo Señor Jesús, con el mismo interés, no para sacar provecho personal, sino para dar gloria a Dios. Esta misión ha sido encomendada desde hace ya más de dos mil años, sin embargo la humanidad continua padeciendo de muchas enfermedades (la medicina es calmante, por negocio), continua padeciendo de muerte espiritual, también invadida por espíritus del mal.

¿A que se deberá esta situación? ¿Quizás nos atrevamos a pensar que Dios ya no es operante? ¿Qué Dios ya no tiene autoridad? - Equivocación. Lo que ocurre es que no hemos sido obedientes, creemos que estamos salvos con una religiosidad pasmosa, egoísta, interesada, discriminatoria y separatista. Contarle a la gente y ser testigo de la buena noticia de Vida es algo que se vuelve casi imposible porque nuestro comportamiento no es consecuente, ¿como puede guiar a un ciego otro ciego.? ¿Cómo podemos anunciar el Reinado si no lo aceptamos? ¿Cómo podemos ser testigos de vida si vivimos en muerte espiritual? ¿Cómo podemos sanar si somos enfermos de mente y de espíritu? ¿Cómo podemos llevar a cabo esta misión si pensamos que somos nosotros los reyes, los dioses y que somos los autores de la transformación que ocurra en los demás? Pensamos y queremos sentir que somos los merecedores de la vanagloria y le robamos continuamente la gloria por la acción y la autoría por amos de Dios. Es motivo de reflexión – de hacer un alto y de recomponer nuestra manera de pensar, de hablar y de actuar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario