miércoles, 26 de marzo de 2014

“Pongan por obra los mandatos”


Dios por medio del libro del Deuteronomio nos enseña que debemos catequizar, contarle los pormenores de la Ley a los nuestros, porque el cumplimiento de ellos nos hace libres, el escritor sagrado los califica de sabios, prudentes y justos. No se trata, pues, de cargas pesadas para hacer la vida humana insufrible sino, más bien, de caminos que conducen a la vida: “Así viviréis, entraréis y tomaréis posesión de la tierra que el señor, Dios de vuestros padres, os va a dar” es la promesa de la vida eterna.

Nuestro Señor Jesús, con su sabiduría infinita quiere hacerle caer en la cuenta al pueblo judío que se le ha interpretado mal. A la Ley la habían convertido en el recurso de los poderosos para controlar al pueblo, con sentido diferente al que Dios le impele; en vez de la fidelidad a Dios se obediencia a las estructuras jerárquicas corruptas; en vez de la convivencia, comunional e identidad de hijos de Dios; se había pasado al miedo de las multas, los sacrificios, la desgracia del aniquilamiento.

Por tanto nuestro Señor Jesús nos dice: “No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.” Al darles claridad y plenitud con base en el amor, esta afirmando que los preceptos de Dios son indispensables para la vida. Como nos lo explica en varios pasajes, que la obediencia a Dios debe ser por amor; la cual conlleva a la rectitud y limpieza profunda como participación en el proyecto de Dios. “Si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos (Mt 19,17). “Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca.” (Mt 7,24) “Quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.” Pero si no es por amor la normatividad puede convertirse en barreras, por lo tanto las podemos catalogar como cargas difíciles de soportar y seria un impedimento para el buen comportamiento social, la construcción del tejido humano con justicia y para amar a Dios y al prójimo.


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