viernes, 7 de marzo de 2014

“El ayuno que quiere el Señor"


“Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.” Cristo es el novio, el nuevo, la eterna novedad transformadora; quien tiene la plena verdad; el camino, no hay otro capaz de trascender; quien da la verdadera vida. Hoy viernes penitencial, quizás haya abstinencia y ayunos tal y como la tradición nos lo ha enseñado, sin embargo lo que nos pide la sagrada Palabra es que vaya acompañado de reflexión y de actos de caridad. La reflexión para establecer nuestra verdadera identidad como hijos de Dios. Es Cristo quien vino a cambiar las ideas erróneas, las costumbres por cultura humana, las prácticas meramente físicas, para indicarnos que lo que tiene valor es la relación espiritual íntima y leal con Dios. Es decir la relación con la santísima Trinidad, vida común con Dios y mis semejantes.

El Señor quiere en primer lugar, que nosotros aceptemos su divina presencia, que Él sea nuestro Rey, quien dirigirá nuestras vidas; que esa presencia divina cause en nosotros alegría y que sea testimonial. El pasaje del Evangelio nos relata que nuestro Señor Jesús defiende a sus discípulos por no ayunar, para nosotros es una lección de vida para darle un sentido más profundo a nuestros actos penitenciales; deben contener un sentido espiritual, un sentido de amor, un sentido de caridad, de justicia, una reflexión de nuestra identidad, una mirada al hermano necesitado y que alejados de todo pecado, como el desmedido consumismo, el relativismo y las ideologías y de lo que nos propone el mundo, para que nuestros actos sean ofrendas agradables a Dios.

Nosotros necesitados, como todo el mundo. Debemos hacer actos penitenciales y orar por todos, miremos como esta la situación actual de la humanidad y sus prácticas; como referencia quiero mirar la situación de Venezuela – de Ucrania, sin dejar de pensar también en nuestro país, violento, nuestros próximos comicios electorales y nuestro deber de elegir a quienes defiendan la vida, la paz y la justicia. Que no carguemos en nuestros hombros la culpa de haber elegido mal.

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