viernes, 28 de marzo de 2014

“ El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás”


Nos enseña el profeta Oseas como hacer una oración de perdón: “Perdona del todo la iniquidad ... no volveremos a llamar dios a la obra de nuestras manos.” Es una forma de reconocer que hemos actuado en idolatría, en vez de amar a nuestro Creador. Dios es amor todopoderoso, amor hasta el extremo. Nos hizo a su imagen y semejanza pero nunca iguales a Él, por eso conforme a nuestra lealtad llena nuestro corazón para poder amarlo y amar a los demás. Es una de las maneras para demostrarnos que Dios quiere compartir con nosotros su propia vida. La oración o el hablar con Dios requiere también nuestra escucha, Dios habla a nuestra alma, por medio del salmo nos dice: “Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz”

A medida de la marcha de las sociedades humanas, se hace necesario las modificaciones a las leyes en procura de justicia, pero también es cierto que por el hecho de ser ley, no quiere decir que todas sean justas. La única ley que lo contiene todo para la conservación de la dignidad humana, la justicia y la convivencia comunitaria es la Ley de Dios. Y por tal, lo primero es el amor y es el amar a quien es nuestro Padre eterno. (Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser) y el Levítico (Amarás a tu prójimo como a ti mismo). Y está contenida la Ley como misterio de amor. Solo quien está cercano al Reino de Dios puede reconocerle y reconocer sus misterios, como el personaje del pasaje Bíblico que le califica de excelente al Maestro.

El mundo actual es muy limitado para amar, debido a la idolatría, ha volcado su potencial en lo material, se ha hecho esclavo del consumismo y de la complacencia de sus emociones; por tal existe mucha desigualdades, como fruto de la falta de amor y de fe, que son la clave para la vida, es requisito a cumplir en cada instante de nuestro existir. Pero sin olvidarnos que somos limitados y que necesitamos del don de Dios para poder hacer su santa voluntad todos los días, lo que implica un dialogo permanente con Él.


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