jueves, 13 de marzo de 2014

“No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor”


Dios nuestro Padre no regala piedras ni escorpiones. Lo suyo son los “panes y los peces”. Por eso, a Jesús lo vemos multiplicando panes y peces como signos de de comunión y de paternidad de su Padre sobre todos sus hijos e hijas. Pero para disfrutarlos hay que buscar o acudir para relacionarse con el Señor, llamar o invocar para pedir para los nuestros a manera de intercesión y la mejor parte nos tocara a nosotros, es la manera como le gusta al Señor, porque tiene un contenido de cortesía y de reconocimiento de quien es dueño de todo, de quien todo lo puede, de quien es toda autoridad y poder. “Si el afligido invoca al Señor, El lo escucha y lo salva de sus angustias.” (Sal.33)

Dios es providente con quien tiene buena intensión, quien comparte y socorre; con quien practica la justicia y ora porque se preocupa por las necesidades de los demás y se siente necesitado para hacer una construcción de convivencia comunitaria, pero que confía y se mantiene en fidelidad con Dios que nos da la paz y las cosas buenas, lo que nos conviene, lo que nos ha de servir para dar gloria al Padre. “Esta es la receta para tu camino de cristiano: oración, penitencia, trabajo sin descanso, con un cumplimiento amoroso del deber.” (Forja, 65)

Existe otra oración interior y continua, que es el deseo. Cualquier cosa que hagas, si deseas aquel reposo sabático, no interrumpes la oración. Si no quieres dejar de orar, no interrumpas el deseo… Callas cuando dejas de amar. ¿Quiénes se han callado? Aquellos de quienes se ha dicho: Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría (Mt 24,12). La frialdad en el amor es el silencio del corazón. Mientras la caridad permanece, estás clamando siempre; si clamas siempre, deseas siempre; y si deseas, te acuerdas de aquel reposo.”(san Agustin)


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