sábado, 22 de marzo de 2014

Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos


El pasaje que nos ofrece la sagrada Escritura hoy, es uno de los videos más dicientes sobre la misericordia de Dios, la conversión de sus hijos y vida comunitaria. Todo el pasaje es de gran contenido y me llama mucho la atención el comportamiento del hijo mayor. La convivencia pacífica (comunitaria) en vez del egoísmo. La salvación de todos porque ese es el gran sentimiento de Dios. Dios siempre va donde sus hijos.

Al hijo menor me lo quisiera imaginar recitando el Salmo 103 (102) aunque desviado, añora volver a la casa Paterna. Necesitado de la misericordia y bondad del amoroso Padre. “Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; el rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.“ Este hijo no perdió la sensibilidad de haber pecado. Como aquel, a nosotros nos corresponde decirle a nuestro Dios que nos perdone y que nos recubra con un traje apropiado para poder entrar al banquete, (Mc.22, 12). No es posible saltarse el corral de las ovejas, (Jn.10,1)

En cuanto al Padre, podemos mencionar muchísimo pero para el caso nos referimos a algunos detalles en cualquier orden y para ello nos sirve la comedia de sus dos hijos, Hasta el momento de la parábola no conocíamos en detalle quien era el Padre, pero nuestro Señor Jesús quiere hacernos una detallada descripción de los atributos de persona del Padre, que nosotros catalogábamos como un Dios de Leyes opresoras y castigador, sin darnos cuenta que el castigo nos lo imponemos somos nosotros mismos. Encontramos que el Padre es un donador de riquezas, nosotros todos las hemos recibido y que no las valoramos, es dueño de todo y lo tiene dispuesto para que lo disfrutemos. Ha querido compartirnos su misma vida. No es un Dios lejano sino que está al alcance de nuestro encuentro. El amor que siente por sus hijos es indescriptible (solo el amor de una madre buena es algo parecido). Cada vez que nos alejamos vuelve a recibirnos con lujo de detalles. Aunque en la parábola Jesús no quiere glorificarse el mismo, el gran don que el Padre nos ha concedido, es precisamente la redención al enviarnos a su Unigénito para nuestro rescate.

Los detalles de la fiesta, podemos resumirla en (Lc. 15, 1-10) “Hay más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión” Pidamos a Dios que nos conceda la dignidad para ser merecedores de entrar al gran banquete que se nos ha ofrecido por nuestro regreso, al cual el Señor nos está preparándonos desde ya en la sagrada Eucaristía.


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