jueves, 20 de marzo de 2014

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.


La primera lectura nos trae una elocuente presentación por la confianza que le debemos a Dios, Poseedor de la verdad, de la ciencia suprema y dueño de todo, “Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.» mas el hombre o la materia puede haber equivoco sor la influencia del príncipe de este mundo. “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.”

"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."» ni a Jesús aunque haya padecido su dolorosísima pasión y muerte de cruz por la salvación de todos,- aunque por ser Dios haya querido quedarse con nosotros hasta el fin de los tiempos, como transustanciación en el pan y en el vino. Aunque haya instituido su iglesia comunidad y sus sacramentos. Son muchísimos los que quieren solo las complacencias de vida terrena, que ponen su confianza personal, en sus amigos de vicios (desde cualquier perspectiva) y en el materialismo; que les priva de producir frutos para Dios. Todos de algún modo necesitamos de lo material, pero lo que Dios condena es la mala intensión que hay en la conciencia de la persona, en otro pasaje no dice: “Por eso les digo: Utilicen el dinero sucio para hacerse amigos, para que cuando les llegue a faltar, los reciban a ustedes en las moradas eternas.” (Lc.16, 9)

Nuestro Señor Jesús con gran maestría muestra la condición del rico y las del desposeído, marginado y enfermo de quien se compadece Dios. En aquel que se da cuenta que lo supremo solo lo posee Dios. Sabemos muy bien que las grandes riquezas están concentradas en unos pocos y que los “Lazaros” son millones. Y estos pocos que se consideran dueños del mundo, en vez de obrar en justicia, más bien, procuran la muerte del desposeído, porque lo consideran una carga para las elites de la sociedad. Por tal los métodos anticonceptivos, el aborto, la eutanasia, la alteración de los medicamentos, el deterioro de la educación moral, el patrocinio de las guerras, de los vicios de estupefacientes, la ideología del genero, (…). Y todo estamos ahí en medio de tal crudeza. Si el hombre no se considera un “hermano en Dios” para sus semejantes y toda la creación, acaba siendo una fiera capaz de devorar, por destrozar mas no por supervivencia.

Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios y Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características. (Lc.16, 24 y 26) Es verdad que es un estado pero también es un lugar de condena eterna; como no hablamos mucho de él, ya como que no nos dice nada, como que ya parece un mito, una fabula, a lo cual no hay que temer. A este lugar va quien por su propia voluntad así lo quiere, porque Dios ofrece la gloria eterna en su presencia al obediente, al que pone su confianza en Él y es leal. ¡Que Dios nos coja bien arrepentidos y confesados!


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