Durante nuestra vida dejamos de cumplir objetivos por diluirnos en
cosas, en preocupaciones; nuestra mente se va a lo menos importante y el objetivo
principal queda para más tarde o quizás no se cumpla. De tal modo que en las
cosas de Dios el amor, la obediencia y la fe no son escusas para desentendernos
de nuestras realidades tampoco son elementos de poca importancia, como lo vive la
mayoría de la humanidad; sino que debe ser el combustible capaz de producir
fuerza para nuestro crecimiento espiritual empezando por nuestra conversión verdadera.
En el caso de Jonás tenemos un ejemplo palpable de desobediencia – no le importó
la suerte de todo un pueblo.
Falta de amor – el sentimiento intrínseco por la salvación de las almas
habitantes de ese pueblo.
Falto de fe – como es que no creyó que lo que le decía Dios era de suma
seriedad. Y por ello tuvo que pasar tragos no muy buenos. Muy diferente la
actitud de nuestro Señor Jesús, quien asumió hasta las últimas consecuencias su
misión, cumplió el objetivo – (cf. Mt.12, 41)
Cuantas predicas dejan de cumplir su objetivo, por que la persona se
deja llevar por imaginaciones que llevan a las personas a escuchar una simple charlatanería;
por mala educación de los sentidos, resulta hablando de lo secundario y se
queda lo principal sin darle el verdadero valor. Por su puesto esto lleva a
los oyentes a que su mente divague en infinidad de cosas y no hallen la
centralidad del mensaje que se quiere trasmitir. Hoy nuestro Señor Jesús, quiere darnos un
ejemplo, si al Señor Maestro de maestros, se le escapo Marta en pensamientos y
preocupaciones, cuanto más será para los oyentes de cualquier reunión donde se
quiere habar de Dios. Los afanes y las
preocupaciones son cargas por falta de libertad y de la paz donada. El alma que
no está centrada en Dios, se dispersa; y una voz interior le musita no sea
santo.
La actitud de Marta sigue siendo actual en nosotros, no podemos entender
muchas cosas porque estábamos desinteresados de lo principal y preocupados por
cosas secundarias, luego vienen reacciones que en muchos casos no son del todo
buenas. San Pablo nos dice en otro momento: “presumiendo de sabios se hicieron
necios” (Rom 1:22) Por deficiencia en la
formación nos formamos criterios, que aunque en muchos casos equivocados, los
defendemos y queremos imponerlos. Nuestro Señor Jesús con razón da gracias al
Padre cuando dice: “te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has
ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente
sencilla” (Mat 11:25). Pidamos al Espíritu Santo por nuestra formación para que
no perdamos ni nos quiten «La mejor parte».
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