sábado, 12 de octubre de 2013

Dichoso el vientre que te llevó.


Hoy celebra la Iglesia la memoria de la advocación “la Virgen del Pilar”, nuestra Madre celestial – intercesora y columna para nuestra fe. “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” y María Santísima fue la primera en ganarse este gran honor concedido por Dios. Ella fue la primera en cumplir la Palabra de Dios, y el diablo no pudo tentarla porque todo lo llevaba en su corazón, lo que nos dice que era de pocas palabras para el mundo y mantenía en pleno dialogo espiritual con Dios. Ella fue la mujer de la fe, la esperanza, y el amor incondicional. Y por gracia de Dios es nuestra primera antecesora como Madre celestial, en forma poética no lo promete en el cántico del “Magníficat” compromiso con los pobres, inconformismo con la situación social, una gran sensibilidad hacia las necesidades de la gente de su pueblo.

«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.» - «dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.» estas frases son un elogio de la grandeza de Santa María. Por encima de su maternidad física, Jesús proclama su fidelidad espiritual de su Madre, de su fiat, cumplido hasta las últimas consecuencias, que se manifestó en sacrificio escondido y silencioso. Ella que es digna se une a nosotros para presentar ante Dios, nuestras suplicas por eso nos invita a la oración sincera como medio, “Se dedicaban a la oración, junto con María la Madre de Jesús" (Hch 1, 12-14)

María es pues pilar de la evangelización conforme a su ejemplo de vida, estuvo allí donde debía estar y nos dice «Haced lo que él os diga». Nos llena de confianza, nos llama a la unidad y ruega por nosotros mediante su poderosa intercesión, según promesa que le hiciera al Apóstol Santiago. De manera que para ser dichosos hay que cumplir la Palabra de Dios, y hay que decírselo al mundo entero en todos los tiempos; a la manera de los Apóstoles que lo hicieron con la certeza encarnada de que el Señor iba por delante de ellos y que el Espíritu Santo iba poniendo en su boca las palabra más apropiadas para llevar el mensaje de salvación a todas las gentes y les infundía la fortaleza necesaria para el cumplimiento de la misión. Total que por tradición apostólica nos corresponde a nosotros ganarnos el honor que el Señor quiere conferirnos.



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