viernes, 11 de octubre de 2013

El Señor juzgará el orbe con justicia.


692-“Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", literalmente "aquel que es llamado junto a uno", advocatus (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). "Paráclito" se traduce habitualmente por "Consolador", siendo Jesús el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13).
693-Además de su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espíritu de la promesa (Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Espíritu de adopción (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espíritu de Cristo (Rm 8, 11), el Espíritu del Señor (2 Co 3, 17), el Espíritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19; 1 Co 6, 11; 7, 40), y en San Pedro, el Espíritu de gloria (1 P 4, 14). Los símbolos del Espíritu Santo (el agua, la unción, el fuego, la nube y la luz, el sello y la paloma)”
700-El dedo. "Por el dedo de Dios expulso yo [Jesús] los demonios" (Lc 11, 20). Si la Ley de Dios ha sido escrita en tablas de piedra "por el dedo de Dios" (Ex 31, 18), la "carta de Cristo" entregada a los Apóstoles "está escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón" (2 Co 3, 3). El himno Veni Creator invoca al Espíritu Santo como dextrae Dei Tu digitus ("dedo de la diestra del Padre"). (Catecismo de la Iglesia Católica)

El descrédito es uno de los mayores pecados contra nuestro Señor Jesús, por no reconocer la obra de Dios – el poder y la autoridad de Dios. Debido a la soberbia que hace presencia activa en el ser humano. El mundo cambiara cuando el hombre separa reconocer su soberbia, tome conciencia y se convierta. Otra dificultad para el hombre es reconocer la acción de los demonios dirigidos por Lucifer. Y más aún entender que los demonios pueden habitar en el cuerpo humano. Somos templos para que habite y Reine Dios. Pero cuando estamos en pecado morimos a la gracia de Dios y puede habitar allí espíritus que no convienen para nada. La vida de Jesús nos muestra las tentaciones y los exorcismos; y nos dejó el mandamiento del amor que une – esto nos da a entender que nuestra lucha no es contra personas sino contra los espíritus del maligno. (cf.Ef.6, 12). Pero que acometemos todo lo contrario, permitimos el mal, como ofensa a Dios y causamos injusticia a los hermanos. Debemos llamar a cada cosa por su nombre, resistir a todas las manifestaciones del mal que es infuso por el príncipe de este mundo y obedecer a Dios. “Resistid al diablo, y él huirá de vosotros” (Stg. 4, 7)

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