lunes, 18 de febrero de 2013

Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.


El evangelio presenta a Jesús en una triple condición: de Pastor, Rey y Juez, tres formas particulares de comprenderlo en el marco del proyecto del reino de Dios. Estaos viviendo el tiempo en que Nuestro Señor es nuestro pastor y Reinado de Dios en nuestros corazones. Proyecta el tiempo cercano en que venga nuestro Señor Jesús como juez con verdadera justicia para dar plenitud al plan inicial de Dios. El juicio representa la venida gloriosa del Hijo de Dios rodeado de todos sus ángeles, cuando se manifieste el fin del mundo y nos muestra una Corte real donde el Rey es a la vez juez, y unos enjuiciados, la humanidad entera.

Nuestra cercanía al proyecto de Dios depende sobre todo de nuestra capacidad de solidarizarnos con nuestro próximo y necesitado de lo humano y de lo espiritual. Víctima de la injusticia, el desprecio y de la intrusión del demonio. Y nuestro Señor Jesús, por amor se solidariza con este necesitado, está escondido en éste exigiéndonos sensibilidad y acción cristiana. Luego nos dirá: “Venid, benditos de mi Padre, recibid el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” Venid, vosotros que habéis amado a los pobres y a los extranjeros. "Venid, vosotros que habéis permanecido fieles a mi amor, porque yo soy el amor" Venid, vosotros los pacíficos porque yo soy la paz. "Venid, benditos de mi Padre", tomad posesión del reino preparado para vosotros. “Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”

El tiempo de cuaresma nos invita a una escucha atenta de la Palabra de Dios, que el día de hoy nos llama a una revisión profunda de nuestros proyectos de vida, y concretamente de nuestras actitudes y comportamientos ante las necesidades humanas del hambre, la sed, el destierro, la desnudez, la enfermedad y la pérdida de la libertad, el hedonismo, el consumismo, el relativismo, el libertinaje, (...).

“La Ley del Señor es perfecta”, pues ha sido promulgada por el mismo Dios para mostrarnos el camino que nos conduzca a Él. Efectivamente, los preceptos del Decálogo establecen los fundamentos de la vocación del hombre, formado a imagen de Dios. Que nuestra cercanía a la familia de Dios, sea manifestada con obras. San Pablo nos explica: "El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarán, no robará, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud" (Rom. 13, 8 ss.) Por amor roguemos al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con fe la divina voluntad de Dios, para poder amar a nuestros próximos, preocupándonos de hacer el bien a todos, especialmente a los pobres, a los pecadores y a los desprotegidos, para alcanzar por gracia, la dignidad y ser recibidos como hijos amados, en las moradas eternas. Amén.


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