lunes, 25 de febrero de 2013

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso


Hay varios aspectos que nos obligan a la oración, a la penitencia , al ayuno y la conversión: la cuaresma, los tiempos que estamos viviendo, como señales que el Señor nos ha anunciado, la proximidad de la elección del nuevo pontífice y nuestro estado de pecado particulares .

Lo que nuestro Señor Jesús nos propone es ser como Dios, que perdona “olvidando”. Esta es una manera muy humana de hablar, pero anclada en la sabiduría de la sagrada Escritura. Perdonar significa creer en la capacidad donada que los seres humanos tenemos de empezar de nuevo; que luego de hacer un acto de perdón no vuelva a nosotros ningún tipo de sentimiento diferente al de orar para que todo quede desatado en el cielo como acto que nos aproxime a los designios de Dios. Por lo contrario seria un acto para ser tolerable, un acto para opacar el resentimiento y la venganza, que en cualquier momento vuelven a aflorar.

Por tanto el acto de perdonar es un acto de amor a Dios, a nosotros y al hermano. Visto desde el punto de la misericordia que procede de la compasión y la ternura maternal de Dios y del punto de la gracia procedente del poder real del Señor en el mismo amor. Ahora veamos la otra parte, cuando no se perdona, sobrevienen para el espíritu, para el alma y para el cuerpo desdichas incalculables, por acción del maligno se aumenta los actos en los cuales debería haber perdón, se vive una vida de odio y deseo de venganza, impulso al pecado mayor, se da ejemplo de pecado de intolerancia, de inmadurez, (...)

El juzgar, costumbre mal sana en nuestra cultura, Se critica y se juzga y hasta se condena sin ningún tipo de meditación. Del mismo modo se atribuye todo como si no tuviera nada que ver con Dios, se ve todo como simples actos humanos sin ninguna trascendencia. Es la manera practica e hacer apología al mal, sin mover un dedo para corregir, para educar, para ver las cosas desde la luz del Evangelio.

Den, y se les dará”. ¿dar que? ¿cuando? ¿como? ¿para que? ¿por que? Y ¿a quien? Son interrogantes que no han de faltar para justificar la falta de caridad. Cuando deberían servirnos estos mismos interrogantes para obrar con misericordia ante tanto necesitado de lo material pero especialmente de lo espiritual, todo mediante el concepto del amor. Que en esta cuaresma nos dejemos modelar para acercarnos mas a Dios para conocerlo y para hacer nuestras su vida y su misericordia. Sólo a partir de entonces entenderemos que, puesto que nadie de nosotros es perfecto, todos necesitamos del mutuo amor y de la mutua comprensión para no seguirnos destruyendo, sino para que, como hermanos, vivamos la alegría de hacer que nuestro mundo sea más justo y más fraterno.


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