martes, 5 de febrero de 2013

Tu fe te ha salvado. Vete en paz


Cada una de las cosas que relata la sagrada Escritura orienta a ofrecernos enseñanzas, a reconocer la obra de Dios, a confiar en Dios, el alcance y el valor de la fe en Jesús y nuestro encuentro personal con Él. “La mujer, temerosa y humilde arranca del Señor el alivio para su enfermedad; asustada y temblando, sabiendo lo que le había ocurrido, se acercó, se postró ante él y le dijo toda la verdad. Él entonces le dijo: -“Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu dolencia.” La mujer muestra una fe profunda, no piensa en nada más que en el poder del Señor, asustada porque con su enfermedad incurría en impureza legal (cfr Lv 15,25ss.). Pero ahí está el Señor para cambiar esta tradición. Nosotros también sentimos susto cuando estamos en pecado, pero ahí está el Señor para escucharnos, para liberarnos y devolvernos la paz.

Jairo - uno de los jefes de la sinagoga, o sea, responsable de la comunidad local judía. Está seguro de que Jesús puede curar a su hija, ante la noticia de la muerte y las burlas, Jesús alienta su fe con palabras o con gestos. Finalmente, la fe de Jairo se ve recompensada con la resurrección de su hija. «Quien sabe dar buenos dones a sus hijos nos obliga a pedir, buscar y llamar. (...) Esto puede causar extrañeza si no entendemos que Dios nuestro Señor (...) pretende ejercitar con la oración nuestros deseos, y prepara la capacidad para recibir lo que nos ha de dar» (S. Agustín, Epist. 130,16-17).

La resurrección de la niña, aunque es un hecho público, se realiza sólo en presencia de los padres y de los tres discípulos más allegados a Cristo. Aún así, les insistió que no divulgaran el milagro. Con esta actitud parece que Jesús quería evitar interpretaciones equivocadas de su condición de Mesías-Salvador: la obra total de Cristo no comprende sólo sus milagros, sino también su muerte en la cruz y su resurrección. Los milagros sirven de referencia pero la fe se debe apoyar en su Palabra.

Esta resurrección es un signo o una imagen de la verdadera resurrección. Jesús enseñó así que su gran obra había de ser la resurrección del universo (Jn 6,39; 12,32). ¡Talitá kum! _ ¡Levántate!. Desde el primer momento los discípulos de Jesús emplearon el vocabulario de “dormir y levantarse” para indicar la muerte y la resurrección. Y Jesús, toma a la niña de la mano, la cura; luego les dice que le den de comer. Es un testimonio de la vida.

Quiera Dios que nos tome también de la mano en nuestras acciones y sobre todo el día de nuestra resurrección. Que el Señor nos tome para introducirnos en su intimidad; mientras tanto nos libre del maligno. Que nos aumente la fe “¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!” (Mc.9,24). Amado Dios aliméntanos con el Pan bajado del cielo, el Verbo de Dios. Esta Sabiduría que ha puesto sobre el altar los alimentos del cuerpo y de la sangre del Hijo de Dios ha declarado: «Venid, comed de mi pan, y bebed del vino que he mezclado.” (Prov. 9,5)


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