viernes, 8 de febrero de 2013

El que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.


San Pablo parece que recuerda a Abrahám, cuando en una ocasión se encontró con tres ángeles enviados por Dios. Cuando tenemos nuestro corazón abierto, cuando nuestra alma hospeda a todos los que se acercan a nosotros, vivimos del amor que el Señor nos ha regalado. Hoy san Pablo nos invita a dejar el pecado, a vivir respetando y dando testimonio de lo que creemos, a desprendernos de la preocupación de lo material, a hacer las obras de caridad y a confiar en Dios. Debemos ser consientes de la importancia que tiene el encuentro con Cristo resucitado y de las consecuencias de este encuentro en nuestra vida.

San Juan, perseguido por un sistema corrupto. Y murió víctima de ese régimen. A lo largo de la Biblia los profetas señalan la responsabilidad especial de quienes detentan el poder: los que guían al pueblo deben ser un ejemplo de rectitud. Juan Bautista no podía hablar de justicia sin reprochar a Herodes su infidelidad. Tenemos en Juan un modelo especial por su austeridad de vida, por su valentía en el anuncio, en indicar el camino que lleva a Dios y en defender la verdad hasta la muerte.

Encontramos el poderoso del momento, se trata de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, que reinaba cuando nació Jesús. Se había hecho notorio el nombre de Jesús. Y Herodes quería imaginar que Juan había resucitado. Muchos observaban de lejos, cada cual lo valora según sus ideales y expectativas personales; y hallan el contraste entre ambos era el poder de curación de Jesús. Pero no aciertan en su verdadera identidad (cfr 1,27; 2,7.12; 4,41; etc.). Hasta cuando el Señor pregunta y Pedro confiesa la identidad del Señor, (cf. Mt.16,16), pero aun tendrá que seguir formando a sus discípulos en la naturaleza de su misión como Mesías.

La historia ha sido testigo tanto de la verdad como de las fuerzas del maligno. “»Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de antes de vosotros.” (Mt 5,11-12) Estas palabras de Cristo se aplican a través del tiempo; allí donde pareciera no poder escapar al odio y la sin razón, se manifestó el amor que es más poderoso que la muerte. “El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.” (Jn 12,25)


No hay comentarios:

Publicar un comentario