sábado, 23 de febrero de 2013

Dichoso el que camina en la voluntad del Señor


Desde esta perspectiva el mandamiento del amor llega a la cumbre: desinterés, amor sin límites, oración por los enemigos y perdón para todos. Son las cosas prácticas que hoy nos enseña Jesús y que deben estar al orden del día en esta cuaresma para todos dispersos o unidos en comunidad, en familia, en el trabajo, en el estudio, (…) en todos los ámbitos de nuestro existir. “Está claro que todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor. Esta santidad favorece, también en la sociedad terrena, un estilo de vida más humano” (C. Vat. II, Lum. Gent. 40). A ejemplo del Señor que no desprecio a nadie, nos invita a ser firmes e inquebrantables en la fe, amando a los hermanos, llenos de afecto mutuo, unidos en la verdad, acompañando y ayudandonos unos a otros con dulzura.

Solo el que ama a su hermano que ve, sin buscar recompensa, realiza el proyecto de Dios en su vida, aunque parezca imposible. Todos estamos predestinados por gracia de Dios a vivir en una sola comunidad eterna junto a Dios. De tal manera que todos somos necesitados, aun no tenemos nada asegurado y ademas debemos dar ejemplo de vida para acrecentar el número de los verdaderos hijos de Dios, labor hecha con con amor traducido en obras para que sea digna de crédito. “Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor. Felices los que cumplen sus prescripciones y lo buscan de todo corazón”.

Cuando encontramos enemigos y entramos en desprecios y divisiones, complicamos las cosas; generamos violencia, odio, persecuciones, calumnias. Podemos llegar a convertirnos en servidores del maligno, al incumplimiento de la Ley y a separarnos de Dios que tanto nos ama. El fin del cumplimiento de la Ley es llegar a la perfección o santidad de Dios. La criatura por si misma en sentido estricto no puede alcanzarla, es el modelo de la santidad de Dios y por su gracia, por eso nos dice el Señor “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan"

Pidamos al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir la fidelidad adquirida en el bautismo como hijos de Dios; que nos ayude a ver nuestras faltas a esa Alianza sellada con la sangre de Cristo y que nos conceda humildad para dejar la soberbia, “Y revestiros del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a Dios en justicia y santidad verdaderas” (Efe 4:24)


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