sábado, 3 de noviembre de 2012

Quien se enaltece será humillado, y quien se humilla será enaltecido


Los primeros puestos. Nuestro Señor Jesús nos quiere indicar que el su Reino seremos todos iguales y a quien corresponde dar un mejor puesto es al divino Anfitrión, quien lo sabe todo y nos conoce a todos. Pero también puede aplicarse a la vida práctica. Jesús aquí retoma un proverbio que invitaba a la modestia en las actividades sociales (Pro 25,6-7); Y luego hace resaltar que lo importante es: “Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.

Dos maneras de observar. Los hombres observamos a nuestro convenir y concordante a nuestros sentimientos, los cuales siempre son variables y Dios observa la verdad. Observamos para juzgar y Dios observa para recompensar. Si no somos capaces de observar quien es Jesús, el con sus palabras nos lo demuestra quien es Él y lo que lleva en su corazón: no busca ser honrado, sino honrar; no piensa en su honor, sino en el honor del Padre. No piensa en Él sino en los demás. Toda la vida de Jesús es una revelación de quién es Dios: “Dios es amor”.

En la vida práctica de nuestra época en cualquier sector de la actividad humana, vemos como y permitimos como unos atropellan la dignidad de los demás, para ubicarse en los primeros lugares, por lo general también vemos como hay algunos que “suben como palmas y caen como cocos” como que vemos que recae en ellos la verdad. La verdad es que nosotros no somos nada, lo que vale son las buenas acciones, el buen comportamiento y las virtudes. No para vanagloriarse sino para agradecer a Dios quien ha permitido realizar el bien como manifestación del amor. Sin pensar en nosotros, sino sólo en Él. «Aunque no hubiera cielo, yo te amara; aunque no hubiera infierno te temiera; lo mismo que te quiero te quisiera»



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