viernes, 9 de noviembre de 2012

Destruid este Templo y en tres días lo levantaré


San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de todas las Iglesias del mundo con la Iglesia de Roma, y por eso esta basílica ostenta el título de Iglesia principal y madre de todas las Iglesias. Ésta no es una catedral, sino un santuario edificado sobre la tumba de San Pedro y el lugar de residencia actual del Papa.

La lectura del libro de Ezequiel nos narra una gran visión de tres cuadros, el nuevo templo, el nuevo culto, la nueva tierra santa. Como señal de restauración. Con símbolos poéticos nos presenta el misterio de Dios que es grandeza, firmeza, estabilidad, tranquilidad y claridad.

Jesús se dirige al Templo de Jerusalén, que era como el corazón de la nación judía. El pueblo necesitaba a los sacerdotes para ofrecer sus sacrificios, y el Templo era el lugar al que afluían las ofrendas y los dones de la comunidad. El Templo que se había convertido en un mercado, ciertamente los vendedores tenía su lugar, pero no respetaban los límites establecidos. Los demás evangelistas sitúan este incidente no en el comienzo sino en los últimos días antes de la Pasión. Este hecho situado poco antes de la Pasión, esta todavía muy fresco en el juicio a Jesús (Mt 26,60). El odio de los jefes de los sacerdotes llevará a Jesús a la muerte.

Purificación del templo. Los profetas habían denunciado los abusos y Zacarías había anunciado esta purificación que Jesús realiza a su manera (Za 14,21). Me devora el celo por tu casa…: véase el Sal 69. Debía ser sustituido por Jesús, el nuevo Templo de la presencia de la gloria de Dios. Jesús viene a transformarlo todo. Nos enseña que no basta con desplazar a los vendedores, sino que es el templo mismo el que debe ser reemplazado, y con él toda religión que se queda en manifestaciones exteriores. ¡Destruyan!, dice, apresúrense a destruir este templo, para que yo pueda construir en tres días el verdadero Templo de la adoración en espíritu y en verdad (Jn 4,23). El nuevo Templo es Jesús, porque Dios se ha hecho presente en él.

“el templo de Dios, que sois vosotros, es santo” (1Cor 3,17)“El templo de Dios sois vosotros.” Templo donde Dios reinará eternamente, somos su tienda porque Él nos acompaña en el camino por el desierto de esta vida temporal, hasta llegar a la tierra prometida. Este templo nuestro debe ser purificado mediante la gracia para convertirnos en aceptadores del amor donado, para darlo a los demás, para edificarnos en el reconocimiento y amor a Dios, de esta trascendencia que podamos edificar en esta vida temporal, depende el grado de santidad; después ya no se puede construir, después de ver a Dios el alma queda tal cual esta. Acontecerá entonces la verdadera dedicación, entonces será edificada la auténtica Jerusalén, no ya bajo la forma de una tienda sino de una ciudad. Nueva humanidad congregada en su iglesia, (Ap. 21,2)


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