sábado, 10 de noviembre de 2012

Quien es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho


El dinero es algo que se adquiere y que se pierde; no hace crecer ni puede integrarse a nuestra persona; no forma parte de los bienes que son realmente nuestros, todo lo terreno es pasajero. Jesús lo llama injusto porque la preocupación de tenerlo impide que seamos justos, tales como Dios nos quiere.

No se puede ser fiel a Dios cuando convivimos con los pobres y no ejercemos la caridad por amor. Como podemos ser fieles si convivimos con los que no se dejan amar de Dios, sin dar un verdadero testimonio de Cristo. Esto nos indica que debemos emplear el dinero y nuestra voluntad para ganar amigos para el reino de Dios, así cuando nos llegue la hora tendremos quien nos reciba, no perderemos la rica recompensa" (Mt 10,40-42). "Dios" ama "al que da con alegría" (2Co 9,7). ¡Qué buen negocio! Comprar la inmortalidad con dinero; es decir, cambiamos lo caduco por una morada eterna en los cielos.

Incompatibilidad entre el camino cristiano y el apego al dinero. Jesús nos quiere quitar la mascara de la doble actitud cuando pretendemos poner todo nuestro interés en el dinero y por momentos acudimos a Dios para pedirle; pero en el fondo lo que menos interesa es caminar de acuerdo con la voluntad divina. El que se apega al dinero acaba excluyendo a Dios, porque no se puede servir a dos señores.

A muchos les basta tener dinero para convencerse de que poseen la verdad. De ahí que los que idolatran el dinero se sienten autorizados para juzgar y decidir en las cosas de Dios. El dinero posee a quienes lo poseen, y los mismos creyentes llegan a justificar un orden moral que encubre sus propios privilegios, olvidando los valores evangélicos de justicia, de humildad y de caridad; por tanto llega el momento en que no es el dinero sino que es la Iglesia la que se ve despreciada.

No es entendible para los ricos compenetrados en la filosofía de los “iluminados de Baviera”, estos en vez de la justicia, la caridad y el amor. Quieren la muerte, la destrucción de la dignidad humana, aparentando ser justos porque consideran que hay mucha gente en el mundo y que siendo solo unos pocos es mas fácil controlarlos; y en especial atacan la religión católica porque ven en ella un obstáculo para sus propósitos aniquiladores. Lo mas grave es que muchos sin darse cuenta caen en su juego permitiendo la muerte, la permeabilidad de la política, a la economía, a la salud, a la educación, a los medios, a las instituciones, (…) lideran la ilegalidad, el desorden, la descomposición social y de la familia.

“Para la muestra un botón”:
http://www.restauracionacional.org/soros-santos-y-el-pacto-con-el-diablo/


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