miércoles, 7 de noviembre de 2012

Quien no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío


Nuestro Señor Jesús nos lleva por un delineamiento de los que se excusan para no asistir al banquete; nos invita a sostener la lucha para la vida, no invita a una enemistad ni mucho menos con los mas allegados; nos previene porque después de entusiasmarnos por El y dedicarnos a la obra del Evangelio, por debilidad espiritual nos podemos devolver en búsqueda de una vida más “normal” y más segura según el modo común de pensar.

Nos invita a ser firmes, a posponer todo lo que pueda interferir, incluso dejar los ofrecimientos que nos puedan hacer hasta los mas allegados, con tal de no incumplir nuestro compromiso, nuestra enterrega y nuestra misión.

El pasaje de hoy puede escandalizar “Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a su mujer y a sus hijos y a sus hermanos y a sus hermanas, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo” Originalmente como fue escrito el texto griego dice “el que no odia”, pero este verbo tiene un uso mucho más amplio que nuestro “odiar”, y muchas veces designa a la persona que se pospone, o la cosa que se dejó por otra más deseada. Puede servir para aclarar: “Ningún criado puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión a uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lc 16,13). En vez de ir contra la iglesia domestica, la familia; nos quiere llevar a su reconstrucción para ponerla en sus manos.

A todos nos esta indicando que nunca seremos libres para responder a los llamados de Dios si nos negamos deponer costumbres, a rectificar y cambiar la manera como deben ser los lazos familiares en el uso del tiempo y la convivencia, de manera renovada en Cristo. La comparación del rey, nos indica que la lucha es contra el “príncipe de este mundo”; quien quita la paz y trata por todos los medios para envolatarnos con difusiones con tal de lograr que nosotros no nos dejemos amar de Dios. Luego como muchos le podemos echar la culpa Dios por nuestros fracasos.

Y la idea de Jesús es que nos empeñemos en la construcción de una sociedad distinta para vivir en fraternidad, solidaridad, dignidad y justicia, empezando por la familia; teniendo presente que Dios es el primer valor de la existencia y llevando esa cruz con amor para ir tras las huellas del Señor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario