miércoles, 1 de agosto de 2012

Vende cuanto tiene y compra aquel campo.


El tesoro y la perla. La diferencia está en que el primero encontró lo que no buscaba, mientras que el segundo acabó por descubrir lo que no se atrevía a esperar. En el primer caso, es justo que después de su descubrimiento y alegría le sea escondido el tesoro por un tiempo; entonces deberá buscar y trabajar hasta que le sea dado de verdad. En ambos casos se ve que sólo hay Reino para el que es capaz de vender todo lo que tiene. De dejar todo lo que impida que Jesús sea nuestro Rey. Uno no se sacrifica por algo sino por alguien, y la verdadera alegría nunca procede de algo sino de alguien: el Reino es Dios con nosotros.

Vende cuanto tiene y compra aquel campo. O dicho de otra manera, regálale todo a Dios y el te premiara con el preciado tesoro. Es un llamamiento y una referencia a Cristo. Porque él es “el tesoro escondido” En las Escrituras estaba anunciado pero escondido había sido prefigurado que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue dicho al profeta Daniel: “...mantén ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento final.” (Dn 12,4) También Jeremías dice: “Sólo después lo comprenderéis” (cf Jr 23,20) – Pero también hoy continua incomprendido para muchos que no saben como encontrarlo, que sus preocupaciones y ambiciones no les permite hallarlo, pareciera que estuviera reservado solo para unos pocos o muy lejano; cuando en verdad esta dispuesto y lo mas cercano que podemos imaginar, esta en el espíritu del prójimo.

El Señor explica las Escrituras a los discípulos después de la resurrección, afirmando por ellas que “era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria.” (Lc 24,26) Por haber hecho a cabalidad la divina voluntad del Padre, por amor a la humanidad. Y su Reinado es espiritual pero desde ya, no es solo después del paso a la vida. Al meditar constantemente las enseñanzas de Jesús, podremos renovarnos siempre para adaptarnos a circunstancia nuevas. Y al mismo tiempo veremos que la experiencia anterior no fue inútil. Todo el pasado encuentra su lugar en la nueva fe y Dios nos dota de la paz, del amor verdadero y de la libertad. Pero hemos saber también que implica responsabilidades, confianza y esperanza; lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.


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