miércoles, 15 de agosto de 2012

El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí


Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de la Asunción de Santa María en cuerpo y alma a los cielos. La gloriosa asunción se trata de algo muy importante, es una verdad profunda no susceptible de ser expresada con palabras descriptivas que hagan referencia a lo material o a lo físico.

María obedece a una intuición profética. Partió para una misión, pero también esperaba algo. Como es regla para cualquier revelación recibida en privado, necesitaba que otra persona le confirmara lo que ella misma había entendido. La palabra de Isabel a María es la respuesta y María recibe el título de “madre del Señor”. María se ha convertido en el templo de Dios, por gracia se hace portadora de Jesús y del Espíritu Santo. Se cumplen en Juan Bautista las palabras de (cf.Jer 1,5). Lo mismo ocurrirá con Pablo y con todos aquellos que han recibido de Dios más que lo que han recibido de sus padres.

¡Dichosa por haber creído!, porque esta fe era la única cosa que podía ofrecer a Dios y valía para él más que el mundo entero. En la cultura judía era costumbre que todo acontecimiento familiar o local era traducido en prosa rítmica, según normas que permitían memorizarlo. Cuando esas recitaciones estaban bien compuestas, los testigos y los vecinos las retenían y así podían permanecer vivas en el tiempo. María en el “Magníficat” anuncia una revolución ya empezada con la venida del Salvador, que continuará a lo largo de la historia, (Cf. Lc. 6,20s). El cántico contiene la expectación del pueblo de Israel, que clamaba para que se tomaran en cuenta a los pobres; hasta el fin del mundo, será ésta una de las líneas directrices del esfuerzo humano. El encuentro de las dos madres y de sus respectivos niños, en la continuidad del designio de Dios (AT y NT), une desde la infancia de Juan, último profeta del AT. y con Jesús el NT. esta continuidad la lidera el Espíritu Santo.

María asunta es figura de la Iglesia, tanto la celestial como la que camina dando a luz a Cristo para el ser humano de hoy, y prefigura la victoria final de toda la Iglesia con Cristo, por él y en él. Cristo no es un cadáver que revive, sino que es Resucitado, vence la muerte a causa de su resurrección. Cristo ha derrotado la muerte en su propio terreno, esta era la vencedora de la vida, la ha destituido, le ha quitado todo su poder sobre la vida, Cristo viene a liberarnos a todos estando bajo su poder. Se había hecho poderosa la acción del maligno astuto quien nos había quitado la vida a través de Eva y Adán, todos estábamos muertos por el pecado; ahora reconciliados por Cristo, todos viviremos. Con el Bautismo nos hace en Él hijos y herederos y con Él seremos resucitados para la gloria de Dios.

María nos invita hoy a sentir la vida con la presencia permanente del Dios de la vida y la historia que realiza su obra redentora en nosotros en medio de tantas injusticias, miserias y limitaciones de nuestra existencia; que nos pueden llevar a la duda, la desconfianza y la perdida de la fe.


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