martes, 31 de julio de 2012

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor


“El campo es el mundo.” Nuestro señor Jesús nos invita a considerar el reino de Dios como una realidad que cubre toda la vida del mundo. La sagrada Biblia no es solamente la historia antigua del pueblo de Israel, es más bien toda la historia humana de la que Cristo resucitado es el Señor.

“Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha.” (Mt.13,30) El bien y el mal estarán mezclados en cada individuo y también en las instituciones. No corresponde a notros la decisión de erradicar, despreciar o separar a quienes consideramos malos, solo nos corresponde de manera inteligente actuar contra el mal haciendo el bien, aconsejar y orar por ellos; además nosotros no tenemos la facultad o el poder de conocer el interior de cada uno, por lo tanto decir que estos o aquellos no deben existir, es un error; Dios respeta a los hombres; sabe que la tentación es a menudo más fuerte que sus buenas intenciones; sabe que necesitan tiempo para afianzarse en el bien.

Nuestro Señor Jesús se manifiesta repetidamente con el titulo de El Hijo del Hombre, Hijo de hombre es, en hebreo, la manera habitual de decir: “alguien”. Cuando se habla del juicio. Lo cual nos quiere decir que volverá como Juez Supremo, revestido de la majestad y el poder divino. (cf. Dn 7,13. Todos asistiremos al juicio particular y al final al juicio colectivo, nuestra vida va a ser juzgada por el que ve el fondo de los corazones, es una de las bases de la visión cristiana de la existencia. Así se comprende el carácter dramático de las decisiones que tomamos día tras día y que van trazando un camino hacia la verdad o un rechazo de la luz. Pero son muchos los que no se interesan y dejan sus vidas a la deriva del mal, quizá con el único criterio que Dios es amor y que Jesús ya pago por nuestros pecados y que por lo tanto estamos salvos. Dios es misericordioso pero también es justo y puro y solo donde hay manos limpias y corazón puro El puede habitar, para dotarnos de lo necesario para la vida.

Existe la indiferencia y la falta de discernimiento para llegar a la verdad de un modo y de otro, celos por reprimir por deseos de preservar lo que consideramos bueno, pero en el fondo se cree más en la fuerza o la autoridad; La eficacia sin caridad sólo es malicia. Lo mejor para la fe, seria permitir los equívocos, ayudar con ejemplo de vida para dejar que las personas tengan la posibilidad de pensar y de equivocarse a fin de que lleguen a la experiencia y opten por la corrección, por la conversión verdadera. El mal forma parte del misterio de la cruz (Rom 12,21) “más bien derrota al mal con el bien.”


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