martes, 24 de julio de 2012

Señalando a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos"


Su madre y sus hermanos. Si se tratara de verdaderos hermanos de Jesús, el evangelio diría: “Su madre y los hijos de su madre”, ya que esa era la forma hebrea de expresarse cuando se nombraban juntos a la madre y a sus hijos. Por lo tanto es un tema del cual hay que hablar bastante por dos razones. Primero, porque algunos lo tratan con una ligereza que a veces raya con la mala intención, sin considerar siquiera textos bíblicos perfectamente claros; segundo, porque el hecho de que Jesús es el hijo único de una madre siempre virgen cambia profundamente la imagen que podamos formarnos de él. Todas las discusiones al respecto se basan en dos argumentos.
– El primero es la mención que se hace de cuatro hermanos de Jesús y de sus hermanas en Mc 6,3 y Mt 13,55. Uno de ellos, Santiago “hermano del Señor”, es mencionado en varios lugares del Nuevo Testamento (Gál 1,19).
– El segundo es el sentimiento (o el prejuicio) de que en un ambiente judío María no podía no querer tener más hijos ni permanecer virgen al lado de su marido.
La Iglesia nunca dudó de que María hubiera sido siempre virgen y que Jesús fuera su hijo único, como es el hijo Único del Padre (ver comentario de Lc 1,26). ¿Por qué, entonces, se habla aquí de sus hermanos y hermanas?
Ante todo digamos que en hebreo se llama hermano a cualquier pariente, y es preciso notar que la Biblia griega, cuyo vocabulario adoptaron los evangelios, nunca remplazó la palabra hermano cuando se trataba de un primo, un pariente o alguno del mismo clan.
Cuando quiere precisar que alguien es un hermano carnal, usa la expresión hijo de su madre o, si se trata de un medio hermano, hijo de su padre (Dt 13,7; 27,22...). En el caso presente, si estos “hermanos” fueran hijos de María, al nombrarlos junto con su madre, la única manera correcta de expresarse habría sido: “llegaron su madre y los hijos de su madre”.
Una tradición antigua suponía que los “hermanos de Jesús” eran hijos de un matrimonio anterior de José, pero hasta el momento no se ha aducido prueba alguna que lo avale.

Por otra parte, es sabido que, en la primera comunidad cristiana, había un grupo importante integrado por la parentela de Jesús y sus vecinos de Nazaret que eran llamados, en forma global, «los hermanos del Señor», y uno de ellos, Santiago, pasó a ser después de Pedro el responsable de la comunidad de Jerusalén (He 12,17). Fue apedreado por orden del sumo sacerdote en el año 63.
Estos hermanos de Jesús son nombrados cuando Jesús pasa por Nazaret (Mt 13,55); son Santiago y Joset (Mateo dice Josef), Judas y Simón. Ahora bien, entre las mujeres que estaban al pie de la cruz, Marcos menciona a una tal María, “madre de Santiago el menor y de Joset” (Mc 15,47 y 16,1). Juan nos precisa que esta María era hermana (o pariente) de María, madre de Jesús (Jn 19,25).
Santiago y Joset eran los hijos de esta otra María (Mt 28,1) que formaba parte del grupo de las mujeres de Galilea (Lc 23,55). Simón y Judas, por su parte, eran primos más lejanos, pues de no ser así Marcos no los habría nombrado después de ellos.
¿Qué hace aquí María con esos hermanos de Jesús? No podemos sin más condenar a estos parientes que iban a constituir un grupo importante de la Iglesia primitiva. En el contexto judío, María, viuda de José y dejada sola por Jesús, sólo podía vivir al lado de ellos, y eso debió ser una buena parte de su cruz hasta el día en que Juan la tomó a su cargo.

Para nosotros hoy el Señor también quiere señalarnos como su madre y sus hermanos. Como católicos muchas veces afrontamos el dilema de seguir afuera o de entrar para participar en inactividades de espiritualidad, retiros, conferencias, programas de formación o acciones de evangelización. Actividades que nos unen a la familia del Señor para comprender y vivir la divina voluntad de Dios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario