miércoles, 25 de julio de 2012

Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús


El calendario litúrgico celebra hoy la fiesta de Santiago apóstol.
No sabemos los sentimientos de la madre y de sus hijos Santiago y Juan, lo que se aprecia es que creían en un reinado terrenal a la manera de los monarcas que ellos tenias conocimiento. Y también por cierta forma de celo por las preferencias puestas en Pedro.
Para nosotros ya hoy es claro que Dios concede hasta lo imposible, si somos obedientes y cumplidores de sus mandatos, si nos conviene, de acuerdo a nuestra intención; pero calla y no escucha a quien vive en pecado.
Ante la petición de Santiago y Juan, el Señor va a decir nuevamente a sus discípulos que no camina hacia el triunfo sino hacia la muerte.
Beber la copa y bautizarse son expresiones que indican, en forma figurada, la dolorosísima pasión y muerte de Jesús.

Nuestro Señor Jesús ha venido a servir, y su servicio a la humanidad será su muerte voluntaria: Fil 2,8. Según lo que podemos ver, pero el trascendental servicio es el rescate, la nueva alianza, la liberación de la muerte eterna y la amistad definitiva con Dios. Los jefes de las naciones: puede referirse a los soberanos paganos, pero no necesariamente. Estas palabras de Jesús podrían indicar que no se hacía muchas ilusiones sobre la Iglesia que gobernarían sus apóstoles, y esto es más evidente todavía en Lc 22,24. Jesús no se equivocaba con respecto al tipo de santidad que se encontraría en ella; aun cuando el Padre quisiera darle el reino, era probable que allí se peleasen por otras ventajas. 

Para nosotros la invitación actual del Señor a que participemos del martirio espiritual, la renuncia a muchas cosas mundanas para poner en paz nuestra alma, penitentes por los pecadores, con actitud obediente, humilde y amorosa a Dios. Santiago y Juan hijos del Zebedeo, no murieron mártires, y sin embargo se les dijo a ellos que beberían el cáliz. En efecto, aunque Juan no murió mártir, sin embargo, los sufrimientos que no pasó en su cuerpo, los probó en su espíritu. Es la manera como podemos darnos cuenta que también podemos ser mártires sin pasar por los martirios físicos. «Santiago vivió poco tiempo, pues ya en un principio le movía un gran ardor: despreció todas las cosas humanas y ascendió a una cima tan inefable que murió inmediatamente» (San Juan Crisóstomo).


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