lunes, 16 de julio de 2012

Perdona a tu pueblo, Señor


Hoy la iglesia celebra la solemnidad de la Virgen María, del “monte Carmelo”, “María es la Madre espiritual que acompaña el desarrollo de nuestra vida cristiana hacia la plenitud de Cristo, desde las aguas bautismales hasta la entrada en la gloria. El don del Escapulario como signo de protección, estímulo de imitación, promesa de las realidades escatológicas de nuestra vida cristiana, viene a ser una síntesis de nuestra devoción a la Virgen, madre y reina del Carmelo”

"No piensen que he venido a traer la paz" La paz del creyente nace de la certeza de que es amado por Dios: así lo dicen los ángeles en Belén (Lc 2,14). La paz del mundo, en cambio, encubre habitualmente un orden injusto impuesto por el más fuerte o una mediocridad compartida. Y el Evangelio la pone en tela de juicio.

El cristianismo ha sido perseguido cuando pone la ley divina por encima de la autoridad política o de los poderes, tampoco es extraño para el católico practicante frente a sus propios familiares y amigos. Desde Jesús podemos volver a entender los lazos familiares, vistos desde otra perspectiva. Tal vez ha llegado el momento de romper costumbres, para mirar con nuevos ojos a los que amamos y así comenzar a amarlos verdaderamente. De alguna manera declara Jesús su divinidad cuando pide que se le prefiera a él antes que a aquellos que más se ama. Pero ese sacrificio no es para nosotros una pérdida, sino muy por el contrario, una verdadera ganancia, porque nos liberamos y conquistamos así nuestra propia persona.

Nuestro Señor Jesús hoy nos ofrece una serie de sentencias, con las que pretende instruirnos. Jesús nace como príncipe de la paz. Pero ser fiel a su Palabra, puede traer el conflicto. Y a sus seguidores nos deja esa paradoja: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará”. Su Palabra nos invita a vivir centrados en lo importante, con viveza de corazón y docilidad al Espíritu Santo. El que no se responsabilice y cargue su cruz y vaya en pos del Señor, no es digno 38. Hoy el hombre se comporta de manera que todo sea facilito sin ningún esfuerzo, y esto estaría bien; pero lo malo es que en ese orden de ideas perjudica al prójimo incluso sin conocerlo, se acomoda en los vicios, relega el testimonio, se detiene el progreso digno y se pierde el sentido de la caridad, la justicia y la paz. 


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