viernes, 27 de julio de 2012

Dichoso el que es fiel a la enseñanza del Señor


¿Quién acogerá la palabra de Dios? No se trata de cuestión de inteligencia, capacidad para reflexionar o de interés por las cosas religiosas: la reciben los que están abiertos a la esperanza, a la amistad eterna con Dios, los puros de corazón, los limpios y castos, (cf.Catecismo 2337-2359)

Nuestro Señor Jesús no pretende distinguir entre buenos y malos: describe una realidad e indica por qué la Palabra no puede ser acogida por la mayoría. El Maligno arrebata la palabra, y esto se refiere a todos los que no estaban en las condiciones que les hubieran permitido entender, interiorizar. El maligno ciertamente tiene la facultad de tentarnos y por lo tanto viene para nosotros la disculpa, el facilismo, el relativismo, la desconfianza, nos hacemos servidores del mal. De que nos sirve las preocupaciones que impiden hacer la voluntad de Dios "¿Quién se quedará con lo que has preparado? Esto vale para toda persona que amontona para sí misma en vez de acumular para Dios.»" (Cf.  Lc. 12, 16-21)- "Los que quieren ser ricos caen en tentaciones y trampas; un montón de ambiciones locas y dañinas los hunden en la ruina hasta perderlos." (1 Tm.6,9)

Estamos llamados a ser testigos, a dar ejemplo de vida, a ser discípulos del señor con ansias por la salvación de las almas en vez de dejárselas a dispensas de la perdición eterna. Nos vamos o dejamos de asistir a los diferentes eventos de la iglesia como católicos profesos, porque pensamos en la comodidad, en el goce, en las tendencias del mundo, las sensaciones, no nos interesa el compromiso. "En cambio, el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre y dominio de sí mismo" (Gl.5, 22). Estamos llamados a ser lo suficientemente honestos para enfrentar la responsabilidad que nos incumbe como cristianos, a respetar a los hermanos en la fe, aunque opinen diferente en materia de soluciones, a ser verdaderamente católicos para servir a nuestra iglesia, a permanecer en obediencia a Dios mediante la vida sacramental. Es la preparación o el anticipo de vida con Dios. 

Es nuestro deber cultivar preparar nuestra viña con Dios, es tarea nuestra quitar las piedras, la cizaña, los cardos a fin de preparar la tierra buena para que Dios siembre, plante, abone y riegue; sin perder de vista que la acción de Dios se hace extensiva a toda nuestra actividad humana, para dar buenos frutos; porque sin Dios nada podremos hacer, o si lo hacemos, posiblemente sea de nuestro agrado pero no hay ninguna garantía que sea la divina voluntad de nuestro Creador. "Mi Padre es glorificado cuando ustedesproducen abundantes frutos: entonces pasan a ser discípulos míos." (Jn.15, 8).


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