martes, 3 de julio de 2012

Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio


Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de santo Tomás. El católico no practicante anda como “Vicente por donde va la gente” tratando de hacer actos buenos y una asistencia por simpatía, sin compromiso, dando complacencia a sus sentidos y sin que se a el espíritu y su alma sea quien domine, sino el cuerpo. Su vida esta dominada por las certezas que provienen de las experiencias sensoriales. (cf.1 Co.9,1; 1 Jn. 1,1))

Tomás tiene el encuentro personal con el Señor después de su resurrección y desaparece toda su desconfianza; se llena de una fe sincera y madura y reconoce todo el amor que debe a Dios, exclama: “¡Señor mío y Dios mío!”. Es lo que ocurre con el convertido cuando decide regresar del rumbo desobediente que llevaba por el camino de la perdición, el camino a la oscuridad y muerte. (cf.Mc.16

“Este es el ejército seducido por el Señor; estos son los hijos de la piscina bautismal, las obras de la gracia, la cosecha del Espíritu. Han seguido a Cristo sin haberle visto, le han buscado y han creído. Le han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No han puesto su dedo en las marcas de los clavos, sino que se han unido a su cruz y han abrazado sus sufrimientos. No han visto el costado abierto del Señor, pero por la gracia han llegado a ser miembros de su cuerpo y han hecho suya su palabra: “¡Dichosos los que crean sin haber visto!”.(cf.Lc.24,25; Mt.28,18)


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