martes, 12 de noviembre de 2013

"Somos simples sirvientes"


El evangelio nos recuerda que somos seguidores, discípulos del Señor. El discípulo es quien está en formación, el que se deja corregir y enseñar por el Maestro; para cumplir fielmente y de la mejor manera la tarea encomendada, lo que corresponde hacer, como trabajo apostólico, como amigos del Señor. Incluye en primer lugar el hogar luego los cercanos. Pero qué ocurre que nos preocupa demasiado por nuestra seguridad, hasta compramos seguros y los seguros no garantizan nada. Nos llenamos de conocimientos para un futuro seguro, y el futuro no da seguridad. A pesar de que los proyectos, tareas y actividades que realizamos diariamente estén llenos de triunfos y reconocimientos, no se debe solo a nosotros mismos, se lo debemos a Dios que es quien lo ha permitido. Por eso hay que darle crédito a las palabras de nuestro Señor Jesús: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."

El pasaje Evangélico de hoy me trae a la mente nuestra actualidad cuando las madres tienen que trabajar, para ayudar al sostenimiento del hogar, nuestra cultura las hace esclavas a esas heroínas, terminado su horario de trabajo, llegan a su casa, a pesar de su cansancio lógico, inician otra jornada para seguir sirviendo, falta aún los quehaceres del hogar, las tantas cosas y atenciones. Sin que por ello sean bien correspondidas ni agradecidas en la mayoría de los casos. Mas grave aun cuando son madres cabezas de hogar. Esto sucede por no hacer caso a lo ordenado con amor, por el dueño de todos, a las viudas no se les debe abandonar.

Los hijos ven, perciben y se culturizan en ese patrón de vida, de ahí que el futuro para la humanidad no es halagüeño. El hombre tiende a ser más irresponsable y desconsiderado, quiere ser un pequeño dios sin Dios. De ahí que el hombre no pueda llenar el vacío que siente dentro, ni podrá librarse por sí mismo de la esclavitud. Nos dice el libro de la Sabiduría: “Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento.”

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