martes, 5 de noviembre de 2013

“Cada miembro está al servicio de los otros”


La primera lectura en la Carta a los Romanos es una propuesta de amor ante la cultura del individualismo salvaje en que se ha involucrado la gente de nuestra época. También es la exhortación a la intercesión del Señor “No ruego sólo por éstos, sino por los que van a creer en mí por su palabra: que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado". (Jua 17: 20-22) Como miembros de la iglesia Dios nos confiere la vocación, el llamado a pertenecer y vivir en su ¡comunidad! “»Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo? ¿Dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído, ¿dónde quedaría el olfato?”(1ª. Corintios 12, 14-17)

La invitación: banquete y comunitario - fiesta singular donde no cabe tristeza, Dios la hace extensiva a todos, pero no todos aceptan la vocación, no todos aceptan la invitación; la invitación la hace Dios, valiéndose de sus servidores. Todo invitado acude porque alguien lo invita, pero a esta cortesía de Dios, muchos no la aceptan, muchos ponen de por medio sus ocupaciones, sus condiciones, su estado, los afanes, preocupaciones, por el individualismo y a soberbia (…) Los apegos no les permite acudir a la invitación para entrar a participar plena y gozosamente en la vida comunional. Las auto invitaciones, sin las debidas condiciones también las rechaza Dios. Sin embargo el Señor le dice a sus servidores: “insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.” Ninguno de aquellos que despreciaron la gentileza de Dios, quien llega una y otra vez a tu puerta para invitarle, valiéndose del hombre para salvar a los hombres. Que el Señor nos libre de auto invitarnos indebidamente o rechazar el llamado. Dios elige a quien quiere. Hasta a los que no se lo merecen.


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