jueves, 7 de noviembre de 2013

“Se alegrarán los ángeles por un pecador arrepentido”


Nos llama la atención el hecho de rechazar a los demás, creyéndolos más pecadores y quien los rechaza se cree santo. Esto como vemos fue antes y lo es hoy. Nosotros juzgamos lo que tiene que ver con la parte espiritual como si nosotros fuésemos los jueces. Al tiempo que omitimos el examen personal ayudados por el dialogo con Dios, para ver nuestro pecado. Nuestro Señor Jesús es criticado por preocuparse por los pecadores, lo persiguieron de tal modo hasta el día de la crucifixión, no obstante se le continúa persiguiendo hoy, en la persona que quiera la vida para el pecador, que quiera rescatar la dignidad de la persona humana. Precisamente porque el hombre de hoy esta involucrado en la cultura de la muerte, del individualismo, con mentalidad soberbia, los afanes del tener, del poder y de lograr fama; condiciones que por su razón propia llevan al escándalo, a la injusticia y que denigra al ser humano. Si bien es cierto que el pecado se comete por voluntad propia, es también por engaño, la mentira y la ignorancia.

La voluntad, la misericordia y el amor de Dios como valores supremos eternos e inagotables; están dispuestos para elevar al hombre a la dignidad como hijo de Dios, para rescatarlo de la bajeza donde lo ha consumido el pecado y la sociedad al servicio del maligno. Dios visita de un modo o de otros al pecador para que acepte sus promesas, solo requiere un si con decisión, para que Dios haga su obra maravillosa, con autoridad sobre toda contradicción. Todo eso no es por hablar un poco más sino porque Dios lo dice, lo he visto y lo he experimentado. La alegría y gozo que siente el pecador al llegar a una reconciliación bien hecha, no es percibida en medio de los placeres del mundo, es bien distinta por ser providente. El pecador siente gozo como manifestación de la alegría en el cielo, la alegría de las creaturas angélicas en la presencia de Dios, al contar con un triunfo más. Es el sentir del alma que percibe el gozo Divino compartido. Por tanto que maravilla contribuir en el rescate de la oveja o de la moneda, para que la fiesta y el gozo en el cielo sea permanente. Cada alma rescatada es un golpe, bajo donde duele, al maligno. Si el hombre se pusiera de acuerdo para derrotar al enemigo con la humildad y el poder de Dios, la humanidad no tendría que pasar por la horrorosa tribulación, que será el acontecimiento final que aniquilará por completo al diablo y sus espíritus; al pecado y al pecador.


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