miércoles, 6 de noviembre de 2013

Hay que cargar con la cruz y seguirlo


El seguimiento de Jesús: implica dejar la carrera, detenerse y recapacitar. Es una decisión con plena libertad. Es una decisión por amor, mas no por interés. Posponer o dejar para luego y en primer momento debe estar Dios, siempre. Examinar y posponer todo lo que impida cargar la cruz y seguir en pos de Cristo. Nos dice que debemos dejar todo lo inquieta nuestro corazón, déjalo a los demás y tú sígueme. Pero el mismo Señor nos dijo que deberíamos cumplir el mandamiento del amor y como podremos dejar a los demás y solo seguir a Cristo. Habría que entender que el amor por los demás se manifiesta en servicio y el amor a Dios en adoración. Si no descuidamos el amor a Dios, Él nos concederá la fuerza para cumplir con el mandamiento del amor en los demás de la manera adecuada y a la vez cargando la cruz, puesto que esa es su santa voluntad. Y este amor manifestado en los demás se hace de este modo, agradable a Dios.

De manera que es indispensable hallar la razón en nosotros, en principio no es una imposición. Los apegos que luego se convierten en ídolos, nos impiden amar y adorar a nuestro eterno Hacedor, Dios no ha creado y luego nos dio la vida terrena para pasar la gran prueba, y para esto no nos ha dejado solos, bien sabe que nos perderíamos, nosotros solos no hallaremos la puerta pequeña, el camino dificultoso. El hombre una y otra vez se ha dejado engañar y ha creído en la mentira del enemigo. Por tanto Dios debió enviarnos a su Unigénito a hacerse camino de luz, verdad y razón, y vida y alimento para conservarla: a fin de poder regresar a disfrutar del premio por la misión cumplida. Y nos envió al Espíritu Santo quien se complace en animar, en instruir y capacitar para no caer en las manos del enemigo. Para Hacer lo que debemos obrar y para hacerlo de la mejor manera, además. Por eso esta decisión ha de ser puesta en manos de Dios. De lo contrario sería como aquel que quiso edificar pero que no puedo concluir, es decir quiso irse por los atajos, por sendas de figuraciones y cayó en manos del maligno. La batalla pues, no podremos darla solos ha de ser con todas las armaduras que nos otorga Dios. Así el maligno no tendrá que ver con nosotros y huirá. “Por eso, estad sujetos a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros” (Stg 4:7)


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