martes, 26 de noviembre de 2013

No quedará piedra sobre piedra



Tanto el Antiguo Testamento debe verse con Cristo, como también el Nuevo, Él es la piedra que ha destruido y destruirá todo reino, porque Él es el Rey. Todo reino que pretenda imponerse sobre la tierra será destruido. Su reinado y sus súbditos, es decir, su iglesia perdurara más allá del fin del mal, para una vida nueva. Mientras tanto veremos divisiones y destrucciones - (cf.Lc.12,49 ss) unos se opondrán a los otros, unos creerán tener la única verdad, aunque lo hagan equivocadamente. Los unos no dejaran actuar a los otros. Pero Dios no se queda quieto, nos instruirá el Espíritu Santo, así como por el caminar por el desierto Moisés dirigió a su pueblo, como preludio del camino que muestra Jesús, con la verdad, con luz, con alimento para tener vida, es también el Espíritu Santo quien anima, instruye, da orden y hace caminar sin extravíos. De manera que cualquier cantidad de cosas pasaran para tratar de dividir: por tanto debemos estar confiados siempre en la autoridad y fuerza de Dios con mucha fe. Decía hace poco el papa Francisco: “existe una fe que no pasa de ser |un barniz externo|; y existe, naturalmente, la que impregna todas las fibras de nuestro ser. Hacia ésta hay que caminar."

El pasaje de hoy presenta la situación de la primera guerra de los romanos contra los judíos desde el 66 al 70 d. C. como un reflejo espiritual. Quiere el Señor advertirnos de la necesidad de la precaución frente a los falsos mesías o salvadores que quieran mostrar a un Jesús a medias, dividido, imponiendo sus propios criterios soberbios buscando su propia fama. Poniendo como principal lo secundario, pero ocultando lo principal. Habra otros que proclamen e inciten al bienestar, a la complacencia de sentimientos como seguridad, dando ejemplo imagen o prestigio personal. Para dividir y destruir el templo vivo del Espíritu Santo.

Se avecina y ya lo estamos viendo que la lucha espiritual no será fácil de librar, porque el maligno arremete con todas sus fuerza, penetra allí donde nosotros los católicos inserviciales no actuamos con humildad y con oración. Por eso nos mostró el Señor todo lo que le procuraron a Él, para que cundo nos suceda a nosotros ya no sea extraño. Es por tanto, necesario actuar como soldados del ejército de Cristo, armados de humildad y de oración, guiados por el Espíritu Santo que es Dios. Con fe, sostenidos en la esperanza y ejerciendo la caridad; sin desviar la atención por los acontecimientos, sino caminando en pos de Cristo.


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