jueves, 20 de junio de 2013

No se dejen corromper, sean sinceros y fieles


Nuestro Señor Jesús quiere enseñarnos como debemos orar, más que palabras sea un acto de reconocimiento de Dios, su poder y sus obras. Reconocer que somos necesitados y que el verdadero viatico para nosotros es el providente, que somos frágiles y que tenemos la necesidad del amparo y protección de Dios. La oración nos debe sostener en la paz donada y en sintonía con la voluntad divina. Dios ya sabe de nosotros más que nosotros mismos. No se trata de pensar que la oración es como un bono para compra de favores. Lo que el Señor quiere es que la oración sea un acto de reconocimiento, de agradecimiento y de adoración a Dios.

Pero al orar nosotros el Padrenuestro. Quizás estemos interpretando algo que no es y que también pronunciamos de labios sin que nos diga nada la oración que el Señor nos dejó: “Padre nuestro del cielo” no el de la tierra, no el que está lejano sino que es la manera de diferenciar su dividid y que está presente en los justos. “venga tu reino” queremos que su designio de salvación se haga realidad, en vez de querer que se cumpla su voluntad con relación a cada acto de nuestra vida. “danos hoy el pan nuestro de cada día” ¿cuál PAN?, el material – el espiritual? o más bien queremos hoy el pan para todos los días. “perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido” o más bien pedimos que borre lo mucho nuestro sin antes perdonar lo poco a los demás. “no nos dejes caer en la tentación” ¿si tenemos en cuenta las tres formas más grabes: poder, el prestigio y el dinero?- ¿si queremos huir de estas tentaciones? “sino líbranos del Maligno” imagen de satanás y sus espíritus. ¿Si somos conscientes que si no poseemos la protección de Dios; es para y es el maligno quien dirige nuestra vida, proponiéndola como placentera?

En el juicio particular para todos, no se nos preguntara cuantas oras de oración hueca, sino cuando reconocimos a Dios como nuestro Padre celestial. Si glorificamos a Dios por medio de nuestros actos. Si quisimos hacer la voluntad de Dios acá en la tierra. Si quisimos alimentarnos del Pan celestial, que es el mismo Dios. Cuanta y cuando practicamos la justicia y la caridad en el prójimo. Si quisimos renunciar a satanás y sus obras. Si aceptamos a Dios como nuestro salvador, como nuestro protector, director y guía por el camino a la santidad.

Entonces encontramos que es la práctica de nuestra vida cristiana por amor y comunitaria con Dios, como preparación y acondicionamiento para la vida en la Iglesia celestial. Para ello contamos desde ya con la gracia, la protección y el amor de Dios. Falta la obra en el vivir cotidiano como reflejo de Cristo, como sus verdaderos discípulos cumpliendo el apostolado, la misión para satisfacer el gran querer de Dios, “que todos se salven que nadie se pierda” Dios le apuesta a la vida. “la gloria de Dios consiste en que el hombre viva” (san Irineo)


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