sábado, 15 de junio de 2013

Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado


Si Dios lo dice entonces es la verdad, y el hombre por naturaleza providente, busca la verdad, trata de encontrarla, así nos creó Dios. Pero el espíritu de la mentira confunde la mente del hombre, le hace ver como cierto lo que no es; “el padre de la mentira” es astuto y lleva al hombre a creer en lo que nos es verdad y a dudar de lo que es la verdad. El hombre no será satisfecho mientras este en la duda y en búsqueda de a verdad. Por eso la paz llega al corazón del hombre cuando encuentra la verdad en Dios.

He ahí el reto: conocer la verdad del mundo, que puede ayudarnos a vivir en él de una manera responsable; conocer la verdad de las personas, acogiendo sus límites y agradeciendo sus capacidades; conocer la propia verdad, asumiendo nuestra historia y mostrándonos disponibles para realizar nuestra aportación al mundo; conocer la verdad de Dios, revelada en Jesucristo, y hacerla eje de nuestra vida.

Nosotros los católicos debemos ser radicales y fieles a la Palabra que es la verdad donada y de la misma forma obrar y ser fieles con la verdad. Porque “nada hay oculto que no llegue a saberse, ni nada escondido que no llegue a revelarse”. En esta tarea nunca estamos solos, si le pedimos al Espíritu Santo nos lo aclarara para entender la verdad y nos dona la capacidad de discernir para reconocer la vedad y rechazar el engaño. Cuantas cosas o leyes se dan como lo verdadero, pero no por ser una ley civil contiene la verdad. Cuantos dirigentes dan cátedra y no por ser persona importante habla la verdad.

Que María haga florecer en tu alma nuevas virtudes y que te guarde. Ella es el mar que hay que atravesar para llegar a las costas esplendorosas de la eternidad. Permanece, pues, siempre con Ella... Apóyate en la cruz de Cristo, a ejemplo de María. Encontrarás un gran alivio y fortaleza. María permaneció, de pie, bajo la cruz, junto a su Hijo crucificado. En ningún momento, Jesús la amó tanto como en aquel trance de sufrimientos inexplicables” (San [Padre] Pio de Pietrelcina)


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