jueves, 6 de junio de 2013

Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.


Los sacrificios que se ofrecían en el A/T. no podían perdonar pecados. En muchos pasajes se muestra cómo el sacrificio del Mesías es superior a los sacrificios de la Antigua Ley. Éstos tenían que ser retirados al no tener poder. En cambio, el sacrificio de Cristo es único y perfecto. Nuestro Señor Jesús, instituye una nueva realidad: su cuerpo entregado, su sangre derramada «por vosotros» fundan la Nueva Alianza entre Dios y los hombres para la salvación eterna. “Entonces dije. «Aquí estoy -como está escrito acerca de mí en el Libro- para hacer tu voluntad, Dios mío». Ése es mi querer, pues llevo tu Ley dentro de mí. He anunciado la justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, Señor, Tú lo sabes bien. No he escondido tu justicia dentro de mi corazón; he proclamado tu fidelidad y tu salvación, no he ocultado tu bondad y tu lealtad a la gran asamblea” dice el salmo.

Hoy, celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Aunque no figura en el calendario de la Iglesia universal, esta fiesta se ha ido extendiendo por muchos países y diócesis. El sacerdocio de Jesús, ha sido perpetuado en la Iglesia por medio del sacramento del orden. Los sacerdotes encuentran como referencia ministerial el Sacerdocio de Cristo. Y Cristo asume y vive la voluntad del Padre, ejerce el sacerdocio como oblación al Padre y desde su obediencia cumple la misión redentora para la humanidad de todos los tiempos. Sacrificio cruento y eterno. No había, no hay y no abra persona humana que pueda con su muerte u otro medio, hacer la gran obra redentora. Solo el mismo Dios humanado, ofrecido por su propia voluntad, se sometió y dio la vida por nosotros, nos compró a precio de su preciosísima sangre. ¡Cuánta deuda Dios mío!

 "El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos" (Luc 4:18) Se hace presente Dios para responder por la falta del hombre, a cambio pide conversion y la aceptación de Dios como su Rey, para recibir la gracia. «Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual: “cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención” (Lum. gent. 3).


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