martes, 1 de abril de 2014

Al instante aquel hombre quedó sano


Hoy en el pasaje del santo Engalió nos encontramos con situaciones propias para pensar en nosotros. Nuestro Señor Jesús habla, “ordena”. El enfermo toma su camilla y comienza a andar; pero ahora, los defensores del “orden” y de las prácticas religiosas, los que vigilaban que las normasa externas se cumplieran; y notan que aquel hombre enfermo desde hacia treinta y ocho años, se pone en pie toma su camilla y echa a andar. Eso si les inquieto, pero antes durante tanto tiempo no había sido objeto de atención. No es diferente tal situación hoy día; la falta de caridad, de sentido humano hoy día conmueve menos; es tan del común la situación del que no posee nada y del necesitado espiritualmente, que para nosotros ya se volvió común, eso no nos mueve.

Nuestro Señor Jesús quiere que la gente cambie la idea de esa sucesión inmutable de cosas. Como el “procedimiento” es meter al enfermo en la piscina, eso no tiene sentido, a no ser que sea como un protocolo, o como lugar simbólico. Para el Señor es la fe y la lealtad son suficientes para que logremos el verdadero remedio para nuestros males morales y físicos. Teniendo en cuenta que los que padecen enfermedades físicas son una pequeña minoría frente a los que sufren el flagelo de la invalidez, la sordera y la ceguera espiritual. Esperamos que vengan a comportarse como mendigos, mas no acudimos a su búsqueda como una aptitud altruista, como un propósito obediente y misionero, porque esto ya conlleva un poco de sacrificio, que choca con nuestra cultura de goce.

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.» y como reflexión a esta expresión del Señor podemos añadir que muchas personas y en muchas ocasiones pasamos por un ladito de las advertencias que se nos hace. Nuestra obstinación de estar tan metidos en nuestro propio cuento y alejados del cuento de vida y salvación. La advertencia del Señor es gravísima, si nuestra conversión no es intrínseca, si no está acompañada de la debida contrición, nuestra condición se va relativizando, enfriando y la vida futura será peor que antes. Porque nuestro corazón se va llenando de lo que se empeña nuestro interés. O bien esta Dios habitando nuestro “templo” o es el maligno que logra el vacio. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe en los pasos de nuestra conversión, para obtener la vida, la protección y la gracia para poder ser templos vivos y dignos para la morada de Dios.




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