lunes, 21 de abril de 2014

Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo


¡Felicidades! Estamos en la Semana Grande para los cristianos. Jesucristo ha resucitado. Acontecimiento sublime, grande, sin igual. Sello de autenticidad de las promesas de Dios para la humanidad. Por ello estamos alegres, “Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.” Nos canta el Salmo.

Alegría por la fe de saber que Jesús ha resucitado. La fe no se trata de un conocimiento, sino que es una experiencia de la presencia, de la misericordia, del poder y la autoridad de Dios. La fe en que, ese Jesús que fue crucificado ha resucitado, es un don de Dios, que exige una respuesta y obliga a una tarea. Que nos hace vivir en la alegría donada que llena, que da gozo. Hoy en medio de este mundo donde se habla de estrés, de depresión y de muerte, debido al distanciamiento con Dios.

El Evangelio de hoy lleva a desbordarnos de alegría. Dios está por la vida, la muerte no tiene la última palabra y todos tenemos en este peregrinar una tarea. Un sepulcro vacío da es pánico; pero El Resucitado dice: “Alegraos” y “no tengan miedo”. Las mujeres se van alegres, a contárselo a los discípulos. ¡Ya es primavera… en el mundo! Esto es la Pascua: el mundo tal como Dios lo soñó. Dios nos rescata del secuestro atroz y nos devuelve la vida. Por tanto solo hay motivo para alegría, gozo y esperanza, por sabernos que Dios quiere participarnos de su vida.

Otra escena que es bueno tenerla en cuenta es el soborno a los soldados. Soborno para apresarlo como también para negar su resurrección, las artimañas del maligno que cala en las personas que están alejadas de Dios. Los hilos de la corrupción no paran, eso lo vemos hoy día por todas partes y en la mayoría de las personas, se compra y se venden conciencias, sin importar el mal causado.

Sin embargo la verdad, tarde o temprano, imprime poder ante la mentira y el engaño. El Crucificado es ahora exaltado junto al Padre. “Dios resucitó a Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos” (lo anuncia San Pedro). Como sus discípulos debemos dejarnos transformar para anunciar el Nombre sobre todo nombre, anunciadores de un Nombre y de una esperanza. La injusticia se quedó muda. La muerte trajo nueva vida. La creación ha sido recreada y se nos ha dado el Espíritu prometido. ¡Verdadera maravilla que llena de alegría y gozo!


No hay comentarios:

Publicar un comentario