viernes, 11 de abril de 2014

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.


El pasaje Evangélico nos dice que nuestro Señor Jesús estuvo nuevamente, a puno de ser apedreado, atribuyendo una razones equivocadas. No escucharon la exposición de los más grandes ideales: verdad, libertad, justicia, fraternidad, amor. Pero Jesús se va, no se atreven a lanzar la primera piedra porque en su interior hay pecado y porque Dios a pesar de ser omnipotente no está solo. Si sucedió lo de la crucifixión fue porque El lo quiso, "Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre.» (Jn. 10, 18) ¿para que? ¿Por qué? pregunta que debemos responder con claridad. Nosotros hoy día no podemos intentar contra El, pero atentamos contra el próximo y queremos utilizarlo a nuestro antojo, que resultaría siendo un poco parecido. Jesús no está al alcance de nuestra mano. Es un don gratuito, pero no una baratija que podamos manejar a nuestro antojo.

«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.» al repasar la vida del Señor encontramos su dinamismo extraordinario y su gran entereza por cumplir fielmente la voluntad divina. fue tan grande lo que Jesús dijo que no pudieron y hoy nos cuesta entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos. Nos dice san Pedro: “Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios, que le dio Espíritu Santo y poder. Y como Dios estaba con él, pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en la misma Jerusalén.” Hch. 10, 38-39)

“Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán”, se fue de donde no hay fe. El Antiguo Testamento algunos textos llaman “hijos de Dios” a los ángeles, y Jesús recuerda que también los dirigentes en unos pocos lugares son llamados “dioses”, en el sentido de representantes divinos. Por esta misma razón Jesús no se proclamaba Hijo de Dios, sino que se define con más fuerza diciendo: “el Padre está en mí y yo en el Padre” (38). Como queriendo decir ¡Qué extraordinario es que Dios les haya dirigido su palabra!. Qué bueno que podamos entenderlo de esa manera. Muchos versículos bíblicos no son tenidos en cuenta, como que no nos dice nada, por no saber profundizar porque no encajan con nuestra manera de pensar.




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