lunes, 28 de abril de 2014

Dichosos los que se refugian en ti, Señor.


La primera lectura nos trae como síntesis de la capacidad conferida por Dios a los Apóstoles. Y ellos al darse cuenta, al reconocer la mano de Dios y lo reconocen recitando el salmo como alabanza a Dios, de tal forma que debió haber salido de lo más profundo de sus corazones, con gratitud por las proezas de Dios quien no les había abandonado. Y por tal encontramos que Dios no se deja ganar en generosidad, les llena de dones, o sea reciben la visita del Espíritu Santo para llenarlos de valor y entendimiento.

¿Nacer de nuevo? ¿Es esto posible? Podría resumirlo en una exhortación: ¡Aprendamos a vivir en el Espíritu! – “Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn.4, 23) habilitados por los dones que hemos recibido en el bautismo. El bautismo es para vivirlo; y si caemos volver a la gracia donada para un renacer de nuevo. Nos dice san Pablo: “Así, pues, si hay una muerte para el pecado que es para siempre, también hay un vivir que es vivir para Dios. Así también ustedes deben considerarse a sí mismos muertos para el pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” (Rom. 6, 10-11)

Entonces si hay una manera nueva de vivir según el espíritu, también hay una manera vieja de vivir según la carne. Y esta es a la que nos mueve con facilidad, porque se refiere a lo que el cuerpo percibe y a lo que el mundo ofrece. Al reflexionar nos damos cuenta en que pequeñas o grandes cosas hemos obedecido a la carne o al espíritu. Según la carne satisface sensaciones pero deja al final un mal sabor, no hay paz y se percibe un vacío. Según la carne impide hacer la voluntad de Dios. Según el Espiritu, exige renuncias mundanas, pero que llena de gozo y de paz.


Al parecer, Nicodemo representa a los fundamentalistas, que leen la Biblia al pie de la letra, sin interiorizar, sin ponerla en contexto. Nicodemo va donde el Maestro porque la Escritura no le ha llenado, le falta algo, va de noche para evitarse problemas con sus colegas, (para no contradecir su honor frente a los demás). Estaba inquieto por lo que hacia nuestro Señor Jesús, pero carente de fe. Por tanto el Señor le invita a nacer de nuevo, a dejarse invadir del Espíritu Santo para ser donado de la gracia, para poder sumergirse en la persona, la vida y la práctica enseñada por el Maestro.

“El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.” El Bautismo. Pero en nuestros días suele suceder que nos quedamos en el sacra-mentalismo que echar a perder el bautismo sin el Espíritu Santo. Podemos quedarnos con el agua, las fotos, la fiesta, un acto de presencia sin Dios; un ritualismo que mata el espíritu. De paso, sera bueno y necesario reconsiderar el sentido del misterio del bautismo y abandonar tanto ritualismo. La verdadera celebración es permitirle al Espíritu Santo hacer su divina presencia para que actué en el espíritu. Es solo el Espíritu Santo quien hace nacer de nuevo y hace nuevas todas las cosas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario