miércoles, 28 de agosto de 2013

Señor, tú me sondeas y me conoces.


En este día, también, la lectura del santo Evangelio, nos habla sobre las denuncias que el Señor hace a los fariseos, pero esas denuncias son también actuales para nosotros los católicos; no por pretender ser duro, sino porque tenemos mucho de fariseos. Nuestro comportamiento tiende a ser cambiante, según nuestras conveniencias o auto-justificaciones, mas no según las necesidades y responsabilidades. Nuestro Señor Jesús con sus denuncias no pretende abolir la doctrina de la Ley enseñada, sino que sea purificada y llevada a su plenitud. “El que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos” (Mt. 5,19). Esta responsabilidad hoy es más fácil de cumplir por haber más argumentación, pero al mismo tiempo más difícil por el medio en que nos movemos y por la complacencia de las sensaciones; esto hace difícil hacer el bien sin pasar por encima de la injusticia y el amor. “si obrando el bien soportáis el sufrimiento, eso es agradable a los ojos de Dios.” (1Pe.2,20)


Los cristianos debemos servir con humildad “Que el mayor entre vosotros sea vuestro servidor. El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado”(Mt.23, 11-12). La razón es porque trabajamos por el Reino de Dios que se nos ofrece a todos, no como una imposición, sino por amor y el amor es mayor atributo de Dios. No para ostentar títulos sino para hallar la gracia. Rabí, padre y doctor eran títulos honoríficos que se daban a quienes enseñaban la Ley de Moisés. Y nuestro Señor Jesús enseña a no aceptar estos títulos, está indicando que el cristiano debe operar el servicio, no la búsqueda de títulos honoríficos y menos intereses personales. (cf. Mt. 23,

Nuestro Señor Jesús quiere confrontarnos con nuestra propia verdad, para ello hemos de examinarnos y conocernos, hemos de mirar cada uno de nuestros actos para ver nuestra pureza de intención, porque a Dios no lo podemos engañar, Él lo sabe todo - ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Y es por medio del Espíritu Santo que podremos llegar a una mejor perfección. Y dejar de apoyarnos tanto en "el obrero merece su salario" (1Tm.5, 18) entendido que ese salario proviene de Dios y no por el interés en el hermano. Necesitamos que el Señor nos quite el corazón de piedra y en reemplazo uno nuevo puro y un espíritu nuevo” (cf.Ez-36,26) Necesitamos hacer más iglesia, aunque haya menos obras en cemento.


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