jueves, 29 de agosto de 2013

Mi boca contará tu auxilio


Juan, fiel profeta, no calla por conveniencias, sino que denuncia. Llamaba a la conversión, a entrar de nuevo en la tierra como pueblo fiel a la Alianza, a ser bautizado en el Jordán para recibir el perdón de sus pecados, a servir por fin al Señor “con santidad y justicia”. Por su comportamiento a Herodes lo alcanzó su denuncia, como gobernante no estaba por encima de la Ley. Juan Bautista no podía hablar de justicia sin reprochar a Herodes su infidelidad. Además, A lo largo de la Biblia los profetas señalan la responsabilidad especial de quienes detentan el poder: los que guían al pueblo deben ser ejemplo de rectitud.

La persona que está en pecado se hace servidora del mal, porque carece de la protección de Dios, esta se ha aislado de la presencia de Dios, sin embargo Dios siempre espera a aquel que se ha alejado, lo recibe como hijo (prodigo) porque Dios es el Padre amoroso de todos. Pero desafortunadamente todos no deciden dejarse amar por nuestro Padre celestial, optan por caminos que cada vez más lo alejan de Dios, van sumando oscuridad a las tinieblas, haciéndose esclavos del pecado, sin paz y sin sentido.

Como siempre, quien denuncia a los poderosos, como el caso presente se juega la cabeza. Hoy la Iglesia recuerda a san Juan Bautista, como el testigo de la luz, como el amigo del esposo, como el mayor de los nacidos de mujer, como el vindicado y vivificado por Dios. Precisamente en la primera lectura se narra su vocación de profeta. “Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte” – de la muerte eterna.


No hay comentarios:

Publicar un comentario