sábado, 10 de agosto de 2013

Al que da de buena gana lo ama Dios.


Hoy la iglesia celebra la fiesta de San Lorenzo, Diacono y mártir. Como administrador de los bienes; Los perseguidores de la Iglesia le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia. A lo cual responde: “Mandad venir conmigo gente con carros para llevaros los tesoros de la Iglesia.” Le dieron unos carruajes y los cargó de los pobres y se presentó ante los jefes: “Estos son los tesoros de la Iglesia.” En tal virtud le costó el martirio.

En lectura que nos ofrece san Pablo, sobre la caridad podemos decir que esta virtud es como una siembra con sentido cristiano. El gesto humano se amplifica y de este acto se obtiene por gracia una buena cosecha; porque la obra material se hace al hermano pero la intensión lo espiritual se hace a Dios y Él no se deja ganar en generosidad.

Según el Evangelio de san Juan, hoy el Señor insiste con una semejanza de grano de semilla si no cae en tierra, seguirá siendo grano, pero si cae en tierra, nacerá, crecerá y dará fruto. Resucitara y con Él su iglesia. Asimismo indica que esa será la opción de toda vida que busca su plena realización. Nuestro Señor Jesús moriría pero con su resurrección nacería, crecería y daría fruto su iglesia universal. Y para nosotros, también ya que si no morimos a nuestras malas conductas no nacerá en nosotros la gracia, los dones y por tanto no daremos frutos para agradar a Dios.

En aquellos momentos ya entrado en la semana de su dolorosísima pasión, no quiere engañar a nadie, es manifestación de su amor por la humanidad entera, por tanto nos revela donde está el secreto de la verdadera vida. “El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna” aplicable a esta máxima del Señor, “El que no vive para servir, no sirve para vivir.” (Madre Teresa) la preocupación por sí mismo en lo material debe tener un equilibrio mayor hacia el servicio sin interés, y aun mayor hacia el mismo sentimiento de Dios, que todos se salven que nadie se pierda. “Se derrumbará el que no tiene alma recta, pero el justo vivirá por su fidelidad” (Hab 2:4)

El Señor llama todos a servirle, ¿Por qué tanta resistencia a seguir al dueño de todo? Quizás por no tener que renunciar a los placeres y sentimientos del cuerpo, por falta de fortalecimiento de nuestro espíritu. “El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.” Ahora bien, que nos mueva tampoco solo el interés a las promesas de nuestro Dios amor, sino por el amor que le debemos por gratitud al dueño de todo lo visible y lo invisible.


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