viernes, 5 de julio de 2013

No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios.


El pasaje de hoy nos ilustra sobre la vocación y la obediencia; por el imperativo, “Sígueme”. Nos está indicando que Dios ve en sus criaturas los contenidos de sus alamas, sus intenciones, su rectitud, su obediencia y les llama a servir, a cumplir una misión, que ha de ser más importante de lo que hace en ese momento. También nosotros como seres creados por Dios, por filiación bautismal somos hijos de Dios y por tanto hermanos de todos; de manera que cambiando la manera de pensar y de actuar, también nosotros seamos merecedores de la mirada del Señor y la escucha del “Sígueme”. De Él recibiremos la gracia de mirar como mira él y de actuar como él actúa, para dar testimonio de vida con el cumplimiento de la misión encomendada.

Para cualquiera de nosotros podía ser inaudito, dejar un trabajo que ofrezca comodidades personales y para su familia. Para el hombre de hoy no resuena en su interior, aquella respuesta del Señor, cuando quiso el demonio tentarlo, «No sólo de pan vive el hombre». Quizás ya hemos optado por la fama, por el poder o por el tener. Tentaciones que a diario nos propone el maligno. Por nuestra pérdida de la percepción del hambre de la Palabra para vivir prodigiosamente por encima del hambre del pan que nos alimenta y de las aparentes comodidades. Nos preocupamos por aprender lo que contienen las cátedras escolares, que es muy importante; pero se descuida lo que es superior, lo necesario para el buen vivir y lo esencial para la trascendencia.

Si el Señor come con los pecadores. A la vez que nos dice: “No son los sanos los que necesitan del médico sino los enfermos.” (Mt 9,12) No es una elocuencia al pecado ni una justificación al pecador. Es un medicamento divino y nuevo que se nos ofrece; es el amor, el perdón, la fraternidad. Como referencia, hoy es admirable las actitudes de Francisco, nuevo papa expectante, que el Espíritu Santo ha reservado para su Iglesia. Cuando hace el lavatorio de pies a unos que para nuestra cultura no cala. Y a propósito de lo que debemos saber, les invito a leer su primera encíclica “Lumen Fidei” donde resalta la urgencia de "recuperar el carácter luminoso propio de la fe" que es capaz de "iluminar toda la existencia del hombre".
Publicada hoy: http://www.aciprensa.com/pdf/lumenfidei.pdf 


No hay comentarios:

Publicar un comentario