viernes, 12 de julio de 2013

El Señor es quien salva a los justos


Continuando con el capítulo 10 de san Mateo, "capitulo misionero". El cumplimiento de la misión, aparte de dificultades, implica entrega generosa sin interés; con la confianza de la presencia del Espíritu Santo; y la sencillez por la humildad, para optar una postura adecuada para llegar a la gente; con sagacidad para discernir el bien del mal. Porque es un misterio de amor por la fe, por el convencimiento y la esperanza de la vida eterna para todos. Sin esperar vanaglorias, a sabiendas que la obra no es de hombres o por capacidades humanas, sino que es una intercesión, pero quien hace la obra es el Espíritu Santo. Y para esta labor nunca se agotaran las personas en quien quiera Dios ir a salvar. Porque somos hechura de su creación, somos espíritu con alma a quienes Dios nos ha dotado de un cuerpo mortal de barro, como soporte para el trascurrir en la prueba por este desierto, para alcanzar la tierra prometida. Lo que si tiende a mermar es quienes quieran comprometerse, no por el hacho de cumplir sino porque es un sentimiento de su alma, un impulso de su espíritu movido por la gracia de Dios.

Es para la misión, muy importante la fe verdadera, la cual no se nos da sino como un don, no se aprende por la sola razón, es providente en la medida de nuestro reconocimiento y fidelidad a Dios, porque es Dios que actuara atreves de quien tenga fe. Encontramos como ejemplo que los primeros seguidores del Señor carecían de una fe madura; en muchos casos hubo personas con mayor fe que ellos, (cf.Mt 8,26; 14,31; 16,8; 17,20;…). Debido a que ellos creían que Jesús era quien los llevaría a la victoria contra el sometimiento de los romanos. No se daban cuenta que de lo que serían liberados era del mal peor, de la esclavitud al maligno por vivir encadenados al pecado.

Sin embargo el Señor les dice, (nos dice): “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” Mat 28:19-20). Motiva su permanencia por el amor y porque no somos de este mundo: “el mundo los ha odiado porque no son del mundo, lo mismo que yo no soy del mundo. No pido que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno” (Jua 17:14-15). Demos gracias a nuestro Señor Jesús que intercede por nosotros: "Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos" (Mat 11:25)


No hay comentarios:

Publicar un comentario