miércoles, 17 de julio de 2013

Has ocultado estas cosas a los sabios


Dios conoce la intención de las personas y se hace el encontradizo, así es que escoge a Moisés para una misión; Dios conocía su interior y lo envió a cumplir una de las misiones más conocidas y comentadas por la importancia para el pueblo de Israel. Y para empezar Dios quiere sentar precedentes, allí donde Él hace presciencia es “tierra sagrada” Se identifica como persona y no como un fantasma: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» también, que cuando la persona se dispone a servirle, “Dios está con él”. Moisés por su parte siente reverencia de acuerdo a su heredad de respeto que el pueblo de Israel sentía por Dios. Procura no verle la cara a Dios para seguir vivo. Se dispones a escuchar, obedece consiente de sus limitaciones y antecedentes. El misionero tiene la garantía que Dios estará con él.

El pasaje de hoy es una oración y una revelación, para nosotros los cristianos es la mejor revelación que pueda haber de quien Jesús llame “abba” Padre. “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” nadie puede superar la sabiduría de Dios, precisamente porque El conoce la rectitud de conciencia de sus creaturas. Por su parte nuestro Señor Jesús quiere glorificar al Padre por esta determinación de dar a conocer los misterios divinos a personas de intención recta, de personas sin dobleces por intereses mundanos.

Me viene a la mente, otro pasaje donde el Señor nos dice que es muy difícil que un rico entre al cielo (cf.Mc.10, 25), la persona que pone todo su interés en lo material, aquel que piensa solo en el cómo voy yo, que gano yo, que beneficios saco para mí, es una persona que no es hábil espiritualmente para escuchar, obedecer y servirle a Dios. Lo espiritual viene al espíritu por el Espíritu Santo, lo material viene de lo físico y para lo material. Lo espiritual no está contenido en lo material, por tanto no está sujeto a la materia. El Espíritu sopla donde quiere y como quiere, (cf. Jn.3, 8) Dios está en todas partes, pero no es contenido de la materia. Es por amor a nosotros que Dios nos participa de sus riquezas y llegamos a percatarnos de ellas por medio de su ciencia, no por conocimiento humano. Podemos leer la Biblia y algo más, podemos oír o asistir, sin embargo lo leído, lo que oímos y la participación no nos diga nada, hasta tanto no nos volvamos dóciles a la divina infusión y obedientes a la voluntad de Dios.


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